jueves, 29 de abril de 2010

QUINTO MENSAJE

Dad gracias al cielo por la oportunidad de estar vivo y de aprender, en este nuevo día.

Dad gracias a todo lo que te rodea, las plantas, los animales, a todos los seres vivos.

Dad gracias al cielo, que te guía, que no te abandona.

Dad gracias en el momento del desayuno a los alimentos que se van a consumir. Podeis hacer una venia, con las manos en el pecho en forma de oración, con una inclinación de cabeza, pensando en el agradecimiento, con eso es suficiente.

Dad gracias por las personas que te rodean, porque ellas tienen su función en vuestras vidas. El encuentro con cada una de ellas no es casualidad.

Debéis agradecer el almuerzo, la cena, todos los alimentos que recibís. Las frutas se toman con las dos manos, se agradecedle a ellas y al cielo, por permitir el consumirlas.

Agradeced durante el día por cada cosa que pase, por las cosas que no os parecen tan buenas, y las que sí. Que os parecen, porque es cada uno en su percepción. Pero todo tiene su finalidad.

Perdonad, insistid en el perdón. El camino del perdón es a través del amor. Olvidad los agravios, las malas situaciones a través del amor. Así como yo os he amado, ustedes pueden amarse, y perdonarse. Como les dije antes: ¿Quién no perdona al ser que ama? ¿Quién no sopesa ese amor y borra –del otro lado de la balanza- el odio o el rencor? Así es el amor. Todo lo llena, todo lo cubre, y es más poderoso que cualquier otra cosa. Por Amor estamos aquí, por el Amor que les tengo, y por el amor que algunos me profesan. Porque hay otros que no se atreven a hacerlo, por temor.

Esta es la esencia del mensaje que os traigo hoy.
La vida debe ser un ritual, un ritual de Amor, de sanación. Pero sin el perdón no se puede llegar a esto, nunca. Quien alberga odio en su corazón, es una persona impura,

y no tiene cabida para el amor.

No pueden estar los dos: El odio y el Amor, en el mismo lugar.

El Amor arropa el odio y os hace perdonar. El amor cubre al odio y lo transforma, ganando espacio, poco a poco, en vuestro corazón, hasta que lo único que queda es el Amor.

Como un gran sol en vuestro pecho, esa sensación de amor, de estar enamorado, os sirve para perdonar.

Perdonaos pues los unos a los otros para que puedan llegar al Padre, aquí y ahora, para que puedan sanarse.

Quien no perdona no estará sano. Y el momento es ahora.

Al decir que el día a día es un ritual, es hacer las cosas con Amor, pensar en lo que se está haciendo, hacerlo con agrado, con entrega, en disposición de lo que se está haciendo, confiando en el cielo, en mi padre, en Mí. En los Ángeles, los Árcángeles, en los demás maestros, en todo cuanto se crea.

Confiad. Y si el día a día es un ritual, nadie debe temer, porque los rituales traen tranquilidad, entonces el día a día os traerá tranquilidad, calma, eso os ayuda a ver la vida de otra forma, sin tantas preocupaciones, sin ser tan hostiles, sin tanta ira, sin tanto rencor.

¿Cómo voy a odiar a una persona que amo? Y si amo a todo lo que me rodea, dónde hay cabida para el odio? Es como odiarse a sí mismo.

Porque también deben aprender a amarse a sí mismos, para poder amar a sus semejantes.

Que la luz brille para siempre en ustedes.



-Todos los símbolos de reiki están activos dentro de ti. Estás a través de ellos conectada con el cielo, con la tierra, y a través de tu corazón con todos los seres humanos. En esa amorosa protección de los símbolos de reiki, vas a ir a la pirámide interior, a la pirámide de tu fuego interior. Honshazeshonen, ¿lo ves?, recuerda que Él, es la llave del tiempo y la distancia, atraviésalo. Daikomyo, el Maestro de las dimensiones espirituales. Atraviesa su espiral y entrarás en tu dimensión espiritual. Ahora. Muy bien. Comienza a visualizar la pirámide de tu fuego interior. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Durante toda la terapia permanecerás consciente de lo que sucede, y podrás salir de lo que no te guste, al final, pronunciaré la palabra cancelado, y con lo cual todo lo que yo haya dicho será cancelado, y no tendrá ninguna influencia sobre ti. ¿Comprendes eso? Bien. Ahora dime lo que ves.

-Veo la pirámide, afuera de ella no hay nadie. Betzhabeth me llama, y yo voy a su encuentro, ella me agarra de la mano – como siempre-, y me da un beso, caminamos hacia la pirámide. Nos quedamos en la entrada de la primera cámara, en el lado izquierdo. Está muy iluminada. Veo mucha luz blanca. Me siento como si estuviera más pequeña, o como si la pirámide fuera más grande que antes. Las personas que veo en ella también son más grandes. Veo una luz blanca, es el Maestro. Está más grande. Se acerca a mí. Siento una cosa aquí, en el corazón, como si me estuviera ahogando…

-Tranquila, respira profundo, inhala por la nariz y exhala por el corazón. Continúa respirando así.

¿Por qué estás nerviosa?

-No lo estoy. No lo estoy Maestro.

Estás nerviosa, a mí no me puedes engañar.

El Maestro pone su mano en el corazón de Andreah. ¿Por qué no lo aceptas? Le dice. Sólo tienes que convencerte que estás lista, no te va dejar de doler el corazón hasta que no lo aceptes. Ha pasado mucho tiempo y aún crees que no estás lista. Debes hacer la Runa, eso te ayudará. Vas a recibir ahora el quinto mensaje.

Dale gracias al cielo por la oportunidad de estar viva y de aprender, en este nuevo día.

Dale gracias a todo lo que te rodea, las plantas, los animales, a todos los seres vivos.

Dale gracias al cielo, que te guía, que no te abandona.

Dale gracias en el momento del desayuno a los alimentos que se van a consumir. Puedes hacer una venia, pequeña, con las manos en el pecho en forma de oración, con una inclinación de cabeza, pensando en el agradecimiento, con eso es suficiente.

Da gracias por las personas que te rodean, porque ellas tienen su función en vuestras vidas. El encuentro con cada una de ellas no es casualidad.

Debes agradecer el almuerzo, la cena, todos los alimentos que se reciban, las frutas, se toman con las dos manos, se agradece a ellas y al Cielo, por permitir el consumirlas.

Se debe agradecer durante el día por cada cosa que pase, por las cosas que no os parecen tan buenas, y las que sí. Que os parecen, porque es cada uno en su percepción. Pero todo tiene su finalidad.

Perdonar, insistir en el perdón. En el perdón. El camino del perdón es a través del amor. Olvidar los agravios, las malas situaciones con otras personas a través del amor. Así como yo os he amado, ustedes pueden amarse, y perdonarse. Como les dije antes: ¿Quién no perdona al ser que ama? ¿Quién no sopesa ese amor y borra –del otro lado de la balanza- el odio o el rencor? Así es el amor. Todo lo llena, todo lo cubre, y es más poderoso que cualquier otra cosa. Por Amor estamos aquí, por el Amor que les tengo, y por el amor que algunos me profesan. Porque hay otros que no se atreven a hacerlo, por temor.

Esta es la esencia del mensaje que os traigo hoy. La vida debe ser un ritual, un ritual de Amor, de sanación. Pero sin el perdón no se puede llegar a esto, nunca. Quien alberga odio en su corazón, es una persona impura,

No tiene cabida para el amor.

No pueden estar los dos: El odio y el Amor, en el mismo lugar.

El Amor arropa el odio y os hace perdonar. El amor cubre al odio y lo transforma, ganando espacio, poco a poco, en vuestro corazón, hasta que lo único que queda es el Amor.

Como un gran sol en vuestro pecho, esa sensación de amor, de estar enamorado, os sirve para perdonar.

Perdonaos pues los unos a los otros para que puedan llegar al Padre, aquí y ahora, para que puedan sanarse.

Quien no perdona no estará sano. Y el momento es ahora.

Para las personas que no le es fácil perdonar, ustedes deben hacerle terapia de perdón a través del amor, se debe hacer la terapia del perdón: aprender a perdonar a través del amor, haciendo charlas, y visualización de esa fuerza del amor que se lleva al odio, y siente sólo amor. Sentirse enamorado de todas las personas desde el corazón. Recordar esa sensación de estar enamorado ayuda a sanar, a perdonar. Quien no perdona, no estará sano. A todos nos ha quedado claro eso. Ese perdón puede trascender por años, si no se arropa, si no se hace algo con ese odio, -que no es sano-.

Mis amadas, ya han llegado a ese punto en que no se pueden echar para atrás, ni retroceder. Retroceder es dudar de mí. No se puede permitir que alguien se interponga. Esos que creen que tienen el conocimiento, pero no es así. Recuerden el cuarto mensaje, hay que ser valientes, pero también pacientes.

Al decir que el día a día es un ritual, es hacer las cosas con amor, pensar en lo que se está haciendo, hacerlo con agrado, con entrega, en disposición de lo que se está haciendo, confiando en el cielo, en mi Padre, en Mi, en los Ángeles, los Arcángeles, en los demás Maestros, en todo cuanto se crea. Confiar. Y si el día a día es un ritual, nadie debe temer, porque los rituales traen tranquilidad, entonces el día a día les traerá tranquilidad, calma, eso los ayudará a ver la vida de otra forma, sin tantas preocupaciones, sin ser tan hostiles, sin tanta ira, sin tanto rencor. ¿Cómo voy a odiar a una persona que amo? Y si amo a todo lo que me rodea, dónde hay cabida para el odio?.Es como odiarse a sí mismo. Porque también deben aprender a amarse a sí mismos, para poder amar a sus semejantes. Que la luz brille para siempre en ustedes. Por hoy es suficiente.

-Inclina tu cabeza ante el Maestro en señal de agradecimiento. Pregúntale si debes saber algo más antes de salir de la pirámide.

-El Maestro me dice que de éste no, que el sexto mensaje es después.

-Muy bien, sal de la segunda cámara, y observa en la primera cámara el altar. ¿Lo ves?

-Sí.

-Muy bien, observa cómo todos tus Guías y Maestros Espirituales te rodean ayudándote a sanar activando con su luz y su amor cada una de las pirámides en tus centros energéticos, las rodillas y los pies. ¿Lo ves?

-Siento un frío aquí-. Dice con temor Andreah, mientras toca su entrecejo.

-Quiero que visualices a los Maestros. ¿Qué ves?

-Veo que el Maestro Jesús está en mi cabeza, tiene las manos puestas en mi cabeza. Está San Germain tiene sus manos aquí, en mi hombro izquierdo, Betzhabeth en el derecho.

-Muy bien. Permite que todos los Guías y Maestros -que están en tu presencia-, los Ángeles y los Arcángeles, te ayuden a reactivar la energía de todos tus cuerpos y a drenar aquella energía que no necesitas. Las pirámides se activan, activando cada uno de tus centros energéticos, y con ello, recargando todo tu cuerpo de energía. ¿Lo ves?

-Están muy doradas, las pirámides. Y aquí hay como una luz verde, y donde ellos están hay un blanco, un blanco muy brillante. Están todos alrededor. Veo la cara de Cristine, las otras no las diferencio.

-Continúa.

-El altar es como un rectángulo, pero alcanzo a ver como una línea, como si fuera un círculo, en el fondo del altar es un óvalo, grande, es como el lugar donde tiene que estar la persona, adentro, como una división. Hay algo, como una, un, como algo negro, en mi columna, como un fluido, un líquido negro. Ellos dicen que es la duda, que sale del cerebro, que se está yendo, como agua oscura. Baja por toda la columna, y sale por la base de la columna, entre los riñones… ¿Mic men? Sale de mí y baja como por la base de la camilla, por en el centro, como por un tubo, y por ahí drenan las aguas, donde son transformadas, pero sigue saliendo, sigue saliendo. El agua lo transforma como en un remolino, el agua donde cae la cascada, transforma eso de mi columna y lo disuelve, poco a poco. El dice algo del ojo. Son cosas que voy a ver, que voy a empezar a ver. Dice que yo sí sé que estoy lista… que al tratar de pensar que no, es peor, porque más me lo va a demostrar. El castigo fue no darme el mensaje ese día, Abril 7. Para ese día estaba estipulado. El dice que ya mandó unas guías con la doctora, que se van a completar cuando yo crea que estoy lista… cuando yo lo crea, porque El dice que yo estoy lista, y que yo lo sé también, tienes que creer, el mayor error es no creer. Ya ha dejado de drenar.

-Muy bien, visualiza todo tu cuerpo. ¿Cómo está?

-Hay violeta, hay mucho violeta.

-¿Cómo están tus riñones?

-Están dorados, muy, muy dorados.

-Permanece en este estado de sanación y armonía en todos tus cuerpos. ¿Estás lista para volver?

Adrany asiente con su cabeza, estirando ligeramente sus músculos en la camilla.

-Voy a contar de cinco hasta uno, para que vuelvas aquí y ahora en armonía con todos tus cuerpos, volviendo a tiempo presente. Cinco, cuatro…

-Betzhabeth dice algo…

-Escúchala, ¿qué dice?

-Me muestra la cadena de ella y se pone el dedo en la cabeza así, como de memoria.

-¿Cómo para que recuerdes algo? Mira la cadena, ¿cómo es?

-Es un círculo de plata, adentro está la estrella, la estrella de seis puntas. Quiere que recuerde mi misión.

-Muy bien, vas a volver aquí y ahora. Cinco, cuatro: hazte consciente de tu respiración. Tres: vuelve a percibir tu cuerpo físico. Dos: Abre tus sentidos en este lugar…Uno. Cancelado. ¿Estás aquí?

-Sí.

-¿Cómo te llamas?

-Adranny.

-¿Qué día es hoy?

-Lunes doce de Abril… Dos mil diez.

-¿Qué escuchas?

-A usted. Y una música China.

martes, 30 de marzo de 2010

CUARTO MENSAJE

“…Levanta una piedra. Ahí también estoy Yo. Dondequiera que me busques, allí estoy Yo. En el agua, en la tierra, en el aire, en las personas, en los animales… allí estoy Yo. Yo Soy todas las cosas. Deben dejarse guiar, ese es el Camino, deben dejarse guiar, deben ser obedientes. Perseverantes, pero deben ser paciente, con las cosas que llegan, y ver más allá de las cosas que pasan, no ser tan superficiales, como se han vuelto...”

“…Deben entender estas cosas. La vida no es un juego, es una oportunidad hermosa. Tienen que valorarla. Deben amarse unos a los otros, sin rencores, olviden el pasado, cada día es un nuevo comienzo. No se duerman en discordia, con nadie, no saben qué puede suceder. La vida es un momento, deben aprovecharla, vivir con alegría, sin preocuparse por nada. Deben ser valientes en todas las cosas que hagan, sobre todo porque hay personas que no creen en esto que está pasando. Muchos no van a creer, estoy seguro, pero de ustedes depende dar buen testimonio...”

“…El sábado tres de abril, todas las personas deben estar en sus casas. Calmados, sin temor, con la vela encendida, amándose, queriéndose, cuidándose. Estén unidos, en sus hogares, en meditación, tranquilos. Ya todo está dispuesto. Pero créanme que ha mermado. Esto no pasa por voluntad mía, son cosas que tienen que pasar. Es un cambio de consciencia, así como el que tú estás teniendo. Hay muchas personas que no han experimentado ninguno de estos procesos, sencillamente porque no han querido. Pero eso es así, todos ellos son como Felipe. No creyeron en mí, en mi promesa, en que iba a volver. Aunque nunca me he ido en realidad. Siempre he estado allí. Así como el mensaje, levanta una piedra y allí me hallarás…”

“…El tres de abril no es un día de tribulación, es un día de meditación. Sólo basta creer, creer en el fuego interior que nos protege, en el fuego interior que trasmuta, para que puedan trascender, para que Yo vuelva a sus corazones. Deben encender la vela para ese día, el símbolo del Fuego Interior y a partir de allí es una fecha de cambio. Mucho Amor, es lo que les digo. Si Yo los he amado, ustedes son capaces de hacerlo, ustedes pueden amarse entre ustedes también. Tienen que ver más allá de las cosas superficiales, más allá de la vanidad del mundo. El mundo está corrompido, no es ni sombra de lo que imaginé que podría ser. Pero el mundo puede cambiar, eso estoy seguro. En todo cambio hay riesgos, en todo cambio hay destrucción, en el proceso hay que ser pacientes, tienen que estar tranquilos, seguros, si les toca, les toca, eso está dado. Yo siempre he estado allí. Hasta debajo de una piedra, donde nadie mira, Yo siempre he estado allí, y allí estaré…”

“…El ayuno es importante. En estos días, especialmente el sábado tres de abril, nada de carnes, pura fruta, pueden comer cualquier fruta, pero sobre todo la uva, es sagrada, pueden comerla. Deben tomar agua en la mañana y una infusión de plantas medicinales, la que escojan, nada más para la mañana. Después del mediodía frutas, verduras y pan integral, y al final del día una infusión de plantas. Todo el día en Meditación y haciendo Reiki, en familia...”.
Marzo 24 y 30 del 2010. Cartagena, Colombia.



LA CANALIZACIÓN DEL CUARTO MENSAJE. Primera Parte.

El Maestro tiene en la mano una cadena. Es una lágrima colgada en un hilo de plata. Se la muestra a Andreah, quien la toma y se la pone. Andreah está sentada dentro de la pirámide, cerca al altar, tiene un vestido color perla hasta la rodilla, con muchas vueltas de piedras negras y rojas en el cuello y torso. Ella tiene 22 años.

-Estoy lista para recibir el cuarto mensaje-. Expresa Andreah.

-Búscalo en la pirámide-. Le dice el Maestro.

-Sólo está el ojo de la vez pasada. Está pintado en la pared, no está grabado. En negro, en tinta negra, no tiene ceja, ni pestaña. ¿Qué significa el ojo?-.

-Es el ojo que todo lo ve, El que ve más allá. No deben fijarse en las cosas externas, superficiales, deben mirar más allá. Es el tercer ojo, el que todos tienen, el que todos deben desarrollar, no todos lo desarrollan porque no quieren, porque no quieren mirar más allá. Si lo miras bien, podrás observar al otro lado-.

Andreah se acerca a los bloques dorados que conforman la pared derecha de la pirámide, y observa el ojo, descubriendo cómo a través de él, puede observar más allá.

-Es como un paraíso. Los árboles son de colores, hay muchos pájaros también. Hay una cascada a la izquierda, el agua es transparente, y alimenta un lago que es el que está aquí debajo de la pirámide. Es tranquilo, muy tranquilo, no hay nadie, es como para meditar-.

-Es allí donde deben llegar, en la meditación. Visualizar un lugar tranquilo. Visualizar el paraíso-

El Maestro pone sus manos en la nuca y la cabeza de Andreah. –Estás muy tensionada-, le dice, -por lo que pasó la vez anterior. No querías estar aquí. No estás lista. El cuarto mensaje ya te lo he dicho, en tu sueño. Son tres símbolos. Debes recordar-.

Betzhabeth, presente desde el principio del encuentro, guía a Andreah hacia el sueño perdido. Andreah se resiste una vez más, pero en esta ocasión Betzhabeth la acompaña amorosamente con la guía y poderosa asistencia del tercer y cuarto símbolos de Reiki, que han sido invocados por ella desde el inicio de terapia, con la intención de Guiarla y Protegerla. Activos y presentes en la pirámide, la hermosa e intensa presencia de estos Maestros, permite que Andreah vuelva al momento del sueño perdido entre su temor e incredulidad.

-Estoy dormida. Me levanto corriendo y busco una libreta para apuntar, para no olvidar. Dibujo un ojo, el ojo que todo lo ve, la Claridad. Debajo del ojo hay un cisne, es blanco, brillante, es como mágico. Tiene un ojo negro, como el ojo que todo lo ve. El cisne significa tranquilidad, paciencia, serenidad. No veo bien en la libreta. No veo el otro símbolo. Ha pasado mucho tiempo-.

Betzhabeth le pide a Andreah que repita una y otra vez sus últimas palabras, para despejar la densa nube de indecisión y miedo que la enceguece.

-No estoy muy segura, pero es como una piedra. Es color café, del lado derecho del cisne. Significa fortaleza-.

-Levanta una piedra. Ahí también estoy Yo. Dondequiera que me busques, allí estoy Yo: En el agua, en la tierra, en el aire, en las personas, en los animales… allí estoy Yo. Yo Soy todas las cosas. Deben dejarse guiar, ese es el Camino, deben dejarse guiar, deben ser obedientes. Perseverantes, pero deben ser pacientes, con las cosas que llegan, y ver más allá de las cosas que pasan, no ser tan superficiales, como se han vuelto-.

Andreah vuelve de su sueño, a la pirámide.

-Deben entender estas cosas. La vida no es un juego, es una oportunidad hermosa. Tienen que valorarla. Deben amarse unos a los otros, sin rencores, olviden el pasado, cada día es un nuevo comienzo. No se duerman en discordia, con nadie, no saben qué puede suceder. La vida es un momento, deben aprovecharla, vivir con alegría, sin preocuparse por nada, en especial tú Andreah, que eres muy impulsiva, y te retrasas en tu proceso por ello. Deben ser valientes en todas las cosas que hagan, sobre todo porque hay personas que no creen en esto que está pasando. Muchos no van a creer, estoy seguro, pero de ustedes depende dar buen testimonio-.

-¿Cómo vamos a dar testimonio Maestro?-. Pregunta Andreah.

-Con tu sanación. Ahora está más próxima que antes. Pero eso no depende de ti. Esa vez te escapaste, pero la próxima no te vas a escapar. Te he quitado el collar con la pirámide. No importa que no hayas conseguido la pirámide física, tú la tenías puesta. Este que tienes ahora es tu cuarzo, no lo tienes que conseguir, lo usarás aquí, en la otra puerta. Este ha sido un regalo que te he hecho, con los vestidos que estás usando desde ese día. ¿Quieres ir a la otra cámara?-.

Betzhabeth se acerca a Andreah para acompañarla, para ayudarla a tomar la decisión.

-Veo la puerta, pero no estoy caminando-.

Andreah ve cómo aparece el tercer símbolo de reiki en el umbral de la puerta. Sus trazos dorados le son familiares, y se aventura a atravesarlo. Ya a punto de entrar, surge el cuarto símbolo de Reiki, y Andreah penetra confiada y tranquila, a través de su poderoso espiral violeta, hacia esa maravillosa dimensión.

-Recuerda que estoy contigo-. Le susurra Betzhabeth, quien permanece a su lado izquierdo, tomándola de la mano.

-Hay como una mesa larga, ovalada, al fondo de la sala. Hay unas personas allí. Son como unos Maestros, sentados alrededor de la mesa. La silla del centro, en el fondo, está vacía, y es más grande que las demás. Es como dorada. Hay un Maestro de piel oscura que me sonríe. Es el único que conozco. Se llama Germain, está sentado al fondo, en la primera silla, al lado izquierdo de la silla vacía. Todos se han puesto de pie. El Maestro me deja con Betzhabeth cerca a la puerta, y camina hacia la silla vacía y se sienta. Betzhabeth hace parte de ese grupo, porque hace una reverencia y se sienta en la parte inferior de la mesa, a mi lado derecho, cerca a mí. Yo sigo de pie. No me muevo, no me quiero mover. El Maestro le pide a Betzhabeth que se siente a su lado derecho. Ella se acerca al Maestro, inclinando lentamente su cabeza. Él le sonríe. Me van a hacer como un juicio, digo yo. Todos se ríen, me dicen que si a eso es que le tengo miedo, a los pecados. Dicen que si fuera por eso, no acabarían, y se siguen riendo.

-Estamos aquí porque hemos decidido que junto con Betzhabeth, tú nos acompañes en este camino que han iniciado hace varios días con la Dra. Alejandra, desde allá. Tú, siendo Andreah aquí, Adrany allá. Y ella, siendo Betzhabeth aquí y Alejandra allá. Pero hemos visto que tienes mucho miedo. Pero ha sido rápido, en comparación con otras personas. Lo importante que ha sido y lo bien que lo han tomado. No como algo extraño, sino como algo natural, porque no se han alarmado. Sin embargo, tienes que dedicarle aún más tiempo. Ya sabemos que estás dedicándole algo, porque la doctora prácticamente te obligó, pero no le has dado la suficiente importancia, quiero que recuerdes que esto no le pasa a todo el mundo. Ella es consciente, pero tú no eres consciente de ello. Esto no es una lotería que a cualquiera le cae. Las hemos escogido a ustedes, desde que estaban en el vientre. No crean que esto parará aquí. Los tres mensajes que faltan, aún no se los vamos a decir, los tres mensajes que faltan son más adelante, pero tienen que seguir en el trabajo.

-El día tres de Abril todas las personas deben estar en sus casas. Calmados, sin temor, con la vela encendida, amándose, queriéndose, cuidándose. Necesito que especialmente después del mediodía estén unidos, en sus hogares, en meditación, tranquilos. Ya todo está dispuesto. Pero créanme que ha mermado. Esto no pasa por voluntad mía, son cosas que tienen que pasar. Es un cambio de consciencia, así como el que tú estás teniendo, como el que la doctora tiene. Hay muchas personas que no han experimentado ninguno de estos procesos, sencillamente porque no han querido. Pero eso es así, todos ellos son como Felipe. No creyeron en mí, en mi promesa, en que iba a volver. Aunque nunca me he ido en realidad. Siempre he estado allí. Así como el mensaje, levanta una piedra y allí me hallarás.

El tres de abril no es un día de tribulación, es un día de meditación. Sólo basta creer, creer en el fuego interior que nos protege, en el fuego interior que trasmuta, para que puedan trascender, para que Yo vuelva a sus corazones. Deben encender la vela para ese día, el símbolo del Fuego Interior, porque a partir de allí es una fecha de cambio. Mucho Amor, es lo que les digo. Si Yo los he amado, ustedes son capaces de hacerlo, ustedes pueden amarse entre ustedes también. Tienen que ver más allá de las cosas superficiales, más allá de la vanidad del mundo. El mundo está corrompido, no es ni sombra de lo que imaginé que podría ser. Pero el mundo puede cambiar, eso estoy seguro. En todo cambio hay riesgos, en todo cambio hay destrucción, en el proceso hay que ser pacientes, tienen que estar tranquilos, seguros, si les toca, les toca, eso está dado. Yo siempre he estado allí. Hasta debajo de una piedra, donde nadie mira, Yo siempre he estado allí, y allí estaré-.

El Maestro le pone la mano en el hombro a Betzhabeth, quien se encuentra sentada a su lado derecho.

-Esta es mi pupila, mi mejor pupila. Por eso la convoqué a ella. Ahora tiene a cargo a Andreah, y está haciendo un buen trabajo, por eso la convoqué a ella-.

Todos en la sala hacen una reverencia a Betzhabeth. Aparece en la mesa, frente al Maestro, una copa dorada.

-Ya váyanse con esta información. He hablado mucho-.

Todos los presentes se ponen de pie.

-Ese día que te fuiste, tu bautismo quedó inconcluso. Eso tiene segunda parte. El día Sábado tres de abril debes estar lista-.

–Depende de ti, tener o no una vida como la que El Maestro quiere para ti-. Dice amorosa Betzhabeth, dándole un beso en la frente. –Ahora no quieres irte ¿eh?-. Betzhabeth conduce a la joven fuera de la pirámide. –No seas bobita, yo siempre estoy contigo-.

Marzo 24 del 2010.



LA CANALIZACIÓN DEL CUARTO MENSAJE. Segunda parte.

-Honshazeshonen, Honshazeshonen, Honshazeshonen. A través del tiempo y la distancia, este amoroso Maestro te acompaña. Frente a ti, su luz dorada te sobrepasa. ¿Lo ves?. Muy bien, ahora, Daikomyo te va a compañar, es su espiral multidimensional, para que permanentemente estés protegida, especialmente ahora, en la terapia, junto a los Ángeles, los Arcángeles, tus Guías y Maestros Espirituales. Daikomyo, Daikomyo, Daikomyo. Atraviésalo ahora. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. ¿Estás en la pirámide?. ¿Qué ves?-.

-Hay como una persona allí afuera. Es un hombre, está ahí tirado. Es moreno, es robusto, no tiene suéter, tiene un pantalón que le llega a la rodilla. Ahí está tirado, Betzhabeth está limpiándolo, limpiándole el aura. Ella pone sus manos en la barriga, las manos de él en su barriga, y le dice que va a estar bien. Ella lo pone como en una camilla de tela, al lado derecho de la pirámide, y me agarra, estamos entrando. Me acuesta en el altar, y pone sus manos en mi vientre. Se le ponen las manos blancas, muy luminosas. Está como cantando algo. Ya estoy sentada en el altar, y Betzhabeth me pone las manos en la espalda, una arriba en la mitad del omoplato, y la otra en la mitad, más abajo. Me bajo del altar, estoy mejor del dolor en el vientre y del cansancio, de esos dolores que me dan mensuales. Estamos caminando, entramos a la otra cámara. Ella hace una reverencia y allí está el Maestro, que se pone de pie y camina hacia nosotras, ella le hace otra reverencia, y yo también. El está buscando como algo. No veo, bien, es como una cruz, o una espada. Una espada. El Maestro toma una espada entre sus manos-.

-No te has preparado. Van dos veces que no me prestas atención-.

Adrany aprieta sus labios un contra otro, mientras su nariz y ojos se enrojecen y lanza cortitos e innumerables suspiros.

-Respira profundo y recuerda que estás asistida por los símbolos en una amorosa protección-. Escucha Andreah.

-No olvides que tienes que prepararte antes de venir-. Continúa el Maestro, en tono severo.

-Me duele la cabeza, no quiero estar aquí-.

-Son varias cosas que debes preparar. Ya la primera la sabes, la ropa, vestirte con ropa blanca, holgada, la segunda es el ayuno, la tercera es la oración, la meditación. Desde hoy es la meditación, la oración. ¿Ya no me quieres escuchar?-.

Adrany se toca los oídos, quejándose de dolor.

-¿Y esa espada?. Le dice Andreah al Maestro, muy temerosa.

-Es la espada de la justicia, es un símbolo, significa la justicia-.

El Maestro alza la espada arriba, muy arriba. Andreah se arrodilla y cierra los ojos, temblando, esperando lo peor.

-Levántate, yo no te voy a castigar. Tú misma eres quien te castiga. Debes esforzarte más, no están haciendo bien las cosas-.

-¿Qué deben hacer?. Con voz dulce, la amorosa Guía, Betzhabeth, intercede.

-El ayuno es importante. En estos días, nada de carnes, pura fruta, pueden comer cualquier fruta, pero sobre todo la uva, es sagrada, pueden comerla. Deben tomar agua en la mañana y una infusión de plantas medicinales, la que escojan, nada más, para la mañana. Después del mediodía frutas, verduras y pan integral, y al final del día una infusión de plantas. Todo el día en Meditación y haciendo Reiki.

-Tienes miedo de empezar. Después que empieces será más fácil, te lo prometo, pero tienes que empezar en el proceso. Juntas van a divulgar esta información. No sólo aquí en Colombia, sino en todas partes del mundo. Pero debes estar lista. Y debes empezar con esas pequeñas cosas, como la ropa, aunque tú no lo creas-.

Adrany aprieta los ojos, gira la cabeza, extiende las piernas. Y En el oído un susurro: tranquila, recuerda que estás protegida.

-¿Por qué te esfuerzas en mostrar que no ha pasado nada?. ¿Tienes miedo que no te crean?, estoy contigo, no necesitas llamarme, pero tienes que tenerme más presente, no sólo cuando te da dolor o cuando te pasa algo. Siempre, debes tenerme siempre presente. Tienes que poner de tu parte, yo te estoy ayudando, Betzhabeth te está ayudando. No escuches esas cosas que te hacen dudar, confía en Mí que Yo confío en ti.

-Yo confío en ti-. La joven repite y repite esas frases, entre lágrimas.

-¿Cómo es posible que hayas dejado de creer en Mí, si Yo estuve contigo?-.

-¡Perdóname, Maestro, perdóname!-.

-Tú eres quien no te perdonas a ti mismo. Cuando tú te perdones, creerás de nuevo, sabrás que no te abandoné nunca. A nadie, a ninguno de ustedes. Es absurdo lo que han pensado-.

El Maestro abraza a Andreah, y su Luz de Amor la rodea. La joven se enciende y comienza a desplazar hacia afuera una nube gris de dolor, ira y resentimiento, que súbitamente toma forma.

-Ya soy como otra persona. Ahora soy Felipe-. Adrany se estremece.

-Respira profundo, relájate, deja ir todo eso que no te pertenece, todo eso que no necesitas. Sei he ki, Sei he ki, sei he ki. Siente como una energía de amor y perdón te inundan, el dolor se va, respira profundo, despacio, siente en su abrazo como la energía de Amor del Maestro inunda tu corazón. Respira y deja ir todo ese dolor, no lo necesitas. Siendo Felipe, dite a ti mismo: Me perdono y me amo, como el Maestro me Ama. Repítelo varias veces-.

-Me hace como una cruz en la frente, con el dedo-. Adrany hace una pausa y frunce el ceño.

- No, no sé quien soy-. Adrany comienza a sollozar.

-Mírate por dentro y dime quién eres-.

-No veo, no veo, soy Andrea pero no veo. No sé quién soy, yo no sé quién soy, se me desprendió una cosa.

-Déjalo ir, eso era lo que tú no eras, dile, gracias no te necesito, déjalo ir.

-No entiendo, no entiendo, no entiendo-.

-Está bien, dile gracias, ya no te necesito. No lo entiendo, pero gracias, ya no te necesito-. Recuerda que estás en amorosa asistencia-.

-Se desprendió y ahora está en la mesa. Se sentó en la mesa-.

-Cómo es?-.

-Es Felipe-.

-¿Y tú, cómo eres, dónde estás?.

-Soy Normal. Soy Andreah. Sigo aquí, de pie-.

-Está bien, dile gracias-.

-Siento una cosa aquí, como un hueco, en mi corazón. Yo no entiendo-. Adrany llora bajito, gimiendo-.

-Tranquila, poco a poco lo vas a entender, recuerda que estás protegida por tus Guías y Maestros espirituales-. Le dice Betzhabeth, cuya asistencia es interrumpida.

-Ya no lo necesitas, ya me has perdonado. Poco a poco lo entenderás, no te preocupes, no es fácil, mucho tiempo así, resentida. Eras un discípulo querido, pero te dejaste envenenar, no creíste lo que te había enseñado. Ahora vas a estar bien. Me alegro, ahora sí vamos a realizar el trabajo-.

Betzhabeth continúa del lado izquierdo de la joven, tomando ahora su mano, y el Maestro del lado derecho. Andreah observa cómo el lugar se enciende y aparecen los discípulos del Maestro, sentados en la mesa.

-Hay trece discípulos. Hay una mujer, Magdalena. Tiene el pelo largo, negro, tiene la cara blanca. Ella es la que está en la primera silla, al lado derecho de la silla del Maestro. Luego viene Pedro, Juan, Felipe, Judas, después viene… ya no sé ¿Quién viene?. No entiendo el nombre. Mateo, Mateo es el último, sentado aquí, cerca a mí. Es joven, alto, blanco, tiene una cara muy joven, puede tener veintidós años, tiene el cabello liso, castaño. Pedro si está viejo, como cuarenta y seis, tiene mucha, mucha barba. Hay una estrella en la mesa como tallada, ahora se vuelve dorada, una estrella de seis puntas y en la mitad se ven como las líneas marcadas de los triángulos. Ahí está el ojo, en la mitad de la estrella.

-Es hermosa-. Dice el Maestro. –Es hermosa, es la Estrella de David y el ojo que todo lo ve, el ojo de Dios. Es Todo, Dios es Todo, Todos Somos. Es la estrella que Guía la Misión, que unida al ojo, da la sabiduría.

-No sé si me equivoco, pero hay dos niños, en la punta de la mesa, aquí a mi derecha. ¿Cómo se llaman?. Parecen unos pastores, pero están muy chiquitos, no alcanzan a la mesa. El Maestro sigue de pie, a mi lado. Me mira a los ojos, me pide que lo mire a los ojos. Me dice que crea en El, en todo lo que ha pasado. Ellos me están mirando, y me miran, del lado derecho, frente a los discípulos hay muchos Maestros y Guías, sentados en la mesa. Hay también mucha gente de pie, yo nada más les veo las caras, por qué me miran así, tengo miedo-.

-Sólo te aprecian, quieren observarte, saber de qué se trata esto-. Le dice Betzhabeth, sosteniendo su mano-.

-Al fondo, detrás de la mesa, hay como unos Ángeles, grandes, muy grandes, como de lucha. Tienen unas alas coposas, brillantes. Hay uno que tiene un arco con una espada, está del lado derecho. Hay dos del lado derecho y dos del lado izquierdo. El del lado derecho con la espada es Miguel. Es blanco, es hermoso. No se le ve bien la cara, está muy brillante. Su cabello es liso, como ondulado al final, no es largo, más o menos corto, castaño. El otro del lado derecho es brillante, le brillan los ojos. Es grande también, tiene como una balancita, como algo en la mano y tiene el pelo negro. Se llama Rafael. El se ve más serio. La balancita es como un platón que tiene cuatro cadenitas. A la izquierda está Uriel. No lo veo bien, está como más lejos, pero tiene un arco. Y a su lado, también a la izquierda, está Gabriel. Gabriel, es muy tranquilo. A todos se les ve el torso como café. Alrededor todos están blancos, con un poquito de azul. Y son brillantes, enceguecen. En la mesa, del lado derecho, hay muchos, muchos sentados y muchos de pie, pobrecitos, no tienen asiento. El primero es Germain, moreno, ese ya lo había visto. Sentada, como a la mitad, hay una mujer que me sonríe, Cristinne, escucho. Tiene una larga trenza negra que se ve delante de su hombro izquierdo, me sonríe, es muy bonita. Y aquí seguimos de pie Betzhabeth, el Maestro y yo. Yo tengo el vestido del bautizo, un vestido de color perla hasta la rodilla, con muchas piedritas negras y rojas en el cuello, de varias vueltas. Betzhabeth tiene un top pequeño, blanco perla, con flequitos que le caen en el vientre. Tiene su cosita dorada en la cabeza, como un cintillo, con el cabello largo, abundante y negro. La falda es lisa hasta media pierna, y luego termina en flequitos hasta la rodilla. Es un blanco muy brillante, y ella es como dorada, parece como una diosa.

El Maestro tiene una tela blanca que la cae hasta el suelo. Y El se ve blanco, brillante, muy brillante-.

-Ya has visto y oído suficiente. Puedes irte. Debes volver cuando estés lista y hayas hecho lo que te he dicho-.

Marzo 30 del 2010.

domingo, 21 de marzo de 2010

PERGAMINO NÚMERO TRES

Tercer Mensaje.

“Todo el que tenga en su hogar una vela, debe encenderla para

 esta fecha: Abril 3 del 2010”.
“Esta es la luz guardiana. La intención es la protección”.
“El torbellino pasará y esas velas no se apagarán, aunque se caigan”.

“Este es el círculo de protección y de Luz,
Quien visualice esto, no temerá calamidad”.


CÍRCULO DE PROTECCIÓN.

Visualice que está dentro de la pirámide. Debe hacer primero su invocación personal, de pie, con las extremidades juntas y las manos en el pecho en forma de oración. Luego incline el tronco, hasta la mitad del cuerpo, con la espalda recta. Se levanta el tronco, se abren las piernas (moviendo sólo la izquierda), ascendiendo las manos desde el corazón hasta arriba, en forma de oración, hasta la coronilla, pasando muy cerca del cuerpo (corazón, cuello y cara). Con las manos encima de la cabeza, mire hacia arriba y ábralas, descendiéndolas hacia los lados, hasta la altura del corazón, siempre orientadas hacia arriba. Cuando las manos ascienden, se inhala, cuando descienden, exhala. Este movimiento de manos hay que hacerlo siete veces. Luego se sienta en el suelo, con las plantas de los pies juntas y las palmas juntas, en posición de loto. Espalda derecha, cierre los ojos y respire profundo, tres veces. Puede quedarse así en meditación el tiempo que desee. Empiece a visualizar un círculo de fuego dorado y rojo rubí, que le rodea, en un círculo que asciende, y al ascender, poco a poco, las puntas del fuego se van transformando en una cúpula azul claro, de cristal. Está rodeado entonces de una burbuja redonda de fuego color dorado y rubí abajo, y azul cristal arriba. Se invocan a los Guías y los Maestros Espirituales, y ellos le rodearán, con sus manos apuntando hacia la cúpula de protección, incrementando así la protección y la luz. Esto hay que hacerlo en la mañana antes de salir, y en la noche, al regresar a casa.
Marzo 15 del 2010.


LA CANALIZACIÓN.

Andreah tiene mucho dolor. Las “muelas del juicio” le han salido desde ayer. No ha podido dormir, y tiene la cara hinchada. A pesar de esto, ella continúa sus clases de medicina, en un esfuerzo por simular que nada nuevo en su vida ha pasado. Hace tres días que la estoy esperando, sólo el insoportable dolor ha hecho que venga hasta mí.

-Estoy viendo la pirámide ahora mismo-. Dice Andreah, ya en terapia. -Entrando en ella, puedo ver que estoy como más grande, soy un poco mayor. Me siento en el escalón antes de llegar al altar. Aparece. Aparece esa persona que está ahí y me toca el hombro. Está vestido de blanco, sólo veo una luz blanca-.

-¿Qué haces?-. Dice el Maestro.

-Me duele. Dice Andreah, casi a punto de llorar.

-Te has descuidado.

- ¿De qué?.

-De atenderte. Tienes que pensar en ti. No tienes que enojarte. Ese dolor que tienes en el corazón, lo has guardado desde hace mucho tiempo, aún no lo has transformado, lo aplazaste. Ponte de pie-.

El Maestro toma las manos de Andreah, palmas arriba, las asciende lentamente y las une en su corazón, como preparándola para orar.

-Andreah, tienes que hacer lo que tienes que hacer. No te voy a dejar sola, pero tienes que poner de tu parte-. Diciendo esto, el Maestro pone sus manos en la cúspide de la cabeza de ella y le pide que se arrodille. Andreah permanece con las manos en el pecho y respira lento, tres veces, mientras siente como una luz blanca sale de las manos del Maestro y desciende como una corriente, a través de su espalda. Respira profundo.

-Tienes que sacarlas. La derecha y la izquierda, pero sólo las de abajo-. Continúa el Maestro, refiriéndose a los molares. -¿Te sientes mejor? ¿Por qué no viniste anoche?

-Me sentía mal, el dolor no me dejaba-.

-No importa, por lo mismo. Tú no tienes fe. Eres difícil de convencer-.

Andreah siente que le está vibrando la cabeza. Conteniendo las ganas de llorar, intenta respirar profundo.

-No sé por qué no me crees, tampoco tengo yo que demostrarte nada. Eso es problema tuyo-. Continúa el Maestro, severo, pero sonriendo. –Tengo que mostrarte algo. Cierra los ojos y Respira-.

El maestro pone su mano derecha en el entrecejo de la joven, y ésta comienza a temblar. Aparece Betzhabeth, su Guía, quien se arrodilla, inclinándose ante el Maestro, el cual aprueba su presencia acariciándole levemente el cabello. La Dama se acerca a Andreah y pone sus manos en el corazón de la joven. Maestro y Guía se elevan, tomándose de las manos, descendiendo luego en círculo, rodeando a Andreah, como en una rueda de protección. Andreah percibe cómo aparece un círculo dorado, como de fuego, que la rodea, mientras ella se encuentra sentada con las manos juntas en el pecho.

-Este es el círculo de Protección y de Luz. Quien visualice esto, no temerá calamidad.

Andreah abre los ojos deseando observar mejor, y ve al Maestro del lado derecho y a su Guía del lado izquierdo, tomados de las manos. Ve cómo hay un fuego dorado y rubí que sale de la base, en forma de círculo, que asciende, transformándose en una cúpula azul claro. Como un círculo de protección.

-¿Este es el tercer mensaje?. Pregunta Andreah.

-No, esto es para tí. El tercer mensaje es una Runa. Visualiza que estás dentro de la pirámide. Debes hacer primero tu invocación personal, de pie con las extremidades juntas y las manos en el pecho en forma de oración. Luego inclinas el tronco, hasta la mitad del cuerpo. Levanta el tronco, se abren las piernas, ascendiendo las manos desde el corazón hasta arriba, en forma de oración, pasando muy cerca del cuerpo. Luego mira hacia arriba y las abres, descendiéndolas hacia los lados, hasta la altura del corazón, siempre orientadas hacia arriba. Cuando las manos ascienden, respira profundo, cuando descienden, bota. Esto hay que hacerlo siete veces. En la mañana y caída la tarde, dependiendo de la persona. Luego se sienta en el suelo, con las plantas de los pies juntas y las palmas juntas, en posición de loto, cierra los ojos y respira profundo, tres veces, se queda en meditación el tiempo que desee. Empieza a visualizar un círculo de fuego dorado y rojo rubí, que te rodea, en un círculo y que asciende, y al ascender poco a poco en la parte superior se va fusionando con una cúpula azul claro, de cristal. Se invocan a los Guías y los Maestros Espirituales, alrededor, con las manos apuntando hacia la cúpula, y se queda un rato, dependiendo-.

-Acompáñame-. El Maestro Guía a Andreah hacia la siguiente cámara de la pirámide que está al fondo a la derecha. Te tengo una sorpresa-. Andreah se deja guiar, sollozando en silencio.

-Aún no estás lista-. Le dice el Maestro, ya en el umbral de la puerta. Allá adentro hay una sorpresa para ti. Tú Guía lo sabe, pero aún no estás lista, todavía no puedes entrar-. El Maestro la conduce al lado derecho de la pirámide. Allí le muestra un candil dorado, con un velón blanco.

-Esta es la luz guardiana. Todo el que tenga en su hogar una vela, debe encenderla para esa fecha. Abril 3 del 2010. La intención es la protección. El torbellino pasará, y esas velas no se apagarán, aunque se caigan-.

Juntos regresan atravesando la sala del altar, y descienden los escalones.

-¿Estás tranquila ahora?.

-Si.

-¿Recuerdas el sueño de anoche?.

Andreah intenta recordar. No veo nada, dice. Veo un ojo, como en tinta negra, abierto, el ojo que todo lo ve. No recuerdo. Betzhabeth intenta guiarla hacia el momento del sueño. Hay tres cosas importantes, sólo veo el ojo, pero hay otras dos, no las veo. Andreah se resiste.

-No ves nada porque estás pendiente al dolor-. Le dice el Maestro. -Ahí está el cuarto mensaje. Búscalo aquí, en el lado derecho de la pirámide-. Continúa el Maestro.

-¿Por qué la pirámide adentro es cuadrada, si es un triángulo?. Pregunta Andreah, con inocencia.

-Es así como tú la quieres ver. Esto es una pirámide-. Dice tajante el Maestro.

-No lo recuerdas-. Le dice el Maestro, llevando a la joven a la pared derecha de la pirámide, en la que le muestra tres ondas horizontales en uno de los bloques. Ella avanza y sigue tocando los bloques dorados, mientras en uno de ellos, aparece una estrella, proyectándose hacia ella. Es una estrella de seis puntas, de color blanco.

-Esta es la Estrella de David-. Le enseña el Maestro. –Significa el camino. Ella nos guía en el Camino-.
La estrella sigue me mueve hacia adelante, hasta penetrar en el corazón de la joven.

-Recuerda la forma de la estrella, que debes proyectar siempre en tu corazón. Recuerda también la pluma que te he puesto. Recuerda la pluma y la estrella-.

Andreah observa su espalda a la altura de la curva lumbar, en el centro, y siente una incrustación, como una cuña redonda en su columna, que termina en una pluma azul y morado, que apunta hacia el cielo.

-Esta pluma te recuerda la Misión.

-¿Por qué una pluma?.

-Por el aire, por la tierra. Ella simboliza las dos cosas.

-Y la luz de la Estrella de David, que todos tenemos, es la que guía el camino hacia la Misión. No debes creer en nada más, ni en nadie más, debes concentrarte en tu Misión, estás perdiendo tiempo.

-¿Hay algo más de deba saber?-. Pregunta Andreah con deseos de regresar.

-Aún no recuerdas el cuarto mensaje, está en tu sueño. Esto que te acabo de decir es sólo para tí. Aquellos que crean, lo experimentarán, simplemente sucederá. Lo demás, hay que hacerlo, pero esto que te acabo de contar, simplemente sucede, de eso me encargo Yo. Pero pueden ayudarse visualizando la estrella, que sale de su corazón y ella los guía, hacia la Misión-.

El Maestro abraza a Andreah, le besa la frente, acaricia sus cabellos y la observa lentamente, sonriendo, le dice que todo va a estar bien.

-No debes alejarte de mí. Dile a tu Guía que Yo te he dicho esto. Pronto estarás lista para el cuarto mensaje. Cuando estés mejor en el cuerpo físico, y en Espíritu. Debes meditar mucho. Tres días. Debes prepararte meditando-.

-¿Por qué no has entendido que Yo las escogí?. Esto no es gratis, debes entregarte en cuerpo y alma. Ahora y siempre, como estuviste alguna vez, como cuando eras mi caballero…-

-Soy un hombre-. Dice Andreah, confundida. -Soy un Señor. Me llamo Felipe, estoy encerrado como en un calabozo. Me encerraron porque creía en Él. ¡Ya no voy a creer más en Él!-.

Andreah estalla en llanto, mientras repite una y otra vez la misma frase. Su Guía la acompaña, intenta calmarla, le pide que respire profundo.

-¡Estoy cansado, no voy a creer más en Él porque me persiguen. ¡Me quiero matar! El se fue y nos dejó esperándolo. No me quiso llevar. Yo lo seguía, yo era su discípulo-.

Entre llanto y gritillos de dolor, Andrea hace una pausa en su relato.

-¡Sáquenme, sáquenme, sáquenme de aquí!. Hay una flor aquí, es la Flor de María, oh María, una flor que ella me trajo. Es roja y se está secando. ¿Por qué no me dan agua?. No me dan ni agua. ¡Yo me quiero ir de aquí!-.

Betzhabeth acompaña a Andreah, quien solloza y suspira. La acaricia, le pide que observe de nuevo y lo revise todo con más detalles.

-Es de día, es la misma hora. Las tres de la tarde. Soy un hombre, me llamo Felipe, soy alto, tengo barba y cabello negro. Tengo como una tela que me cubre, tiene una cruz roja, es lo único que veo porque estoy de espaldas. Esto es una cueva, todo es de piedra, estoy de pie, tratando de mirar a través de un hueco que tiene como dos, tres tubos, pero no alcanzo a mirar bien, está muy alto, me llega como a la frente. Miro la flor que está allí, cómo se está marchitando todos los días, eso me desespera. Al principio oraba, ya no. Ya no creo en Él. ¡Me está doliendo la muela!. Me quiero matar, y ni siquiera tengo con qué. Quiero cortarme las venas de este brazo. Me agarro la cabeza. Ya no voy a creer más en Él. Me traicionó. Me dejó sólo-.

Andrea llora intensamente.

-¡Ya váyanse de aquí ustedes!. Aquí hay una Luz, alguien que Él mandó, pero yo no quiero escuchar a nadie. Eso tenía que pasar. ¿Tú qué sabes?. ¡No sabes nada!. El me traicionó. Tiro una sábana que hay sobre un cemento que es donde yo duermo. Ya llevo nueve días aquí, comiendo unas migajas de pan viejo y una leche amarga. ¡Una porquería!. No me he bañado. El me abandonó. Siempre me abandona. Ya no voy a confiar nunca. No digas eso, cálmate. Me tiro en el piso, me duele la cabeza, me duele la muela. Tengo sed. Tengo la muela picada. No fue ninguna traición, cálmate. No quiero oír nada, me tapo los oídos. Yo quería que se quedara, quería aprender a sanar. A curar a la gente. ¡Y no hago nada!. No soy nada sin Él. Vuelvo a ser el mismo que era antes, un obrero. Ya nadie cree en mí. Ya nadie cree. Yo tampoco voy a creer en Él.

Él se pudo salvar, yo lo conocía. Yo conocía su poder. ¡Ay!, era mucho Amor, era mi Amigo, era mi Padre.

Me vienen a buscar, dicen que me van a matar. Yo digo que sí, que ya estoy cansado, me amarran las muñecas a la espalda. La Luz se queda del lado derecho de la puerta, pero después se va, conmigo. Qué alivio, se va a acabar esto. Hay un soldado delante y uno detrás, llevan unas lanzas, vamos caminando por los calabozos, y yo voy con la cabeza inclinada, voy llorando, yo digo que lo odio, que lo odio. Eso tenía que pasar.

No es verdad, eso no tenía qué pasar. ¡Cállese!. Me pegan en la costilla, y no me puedo sobar. ¡Malditos!. Levantan mis manos, me amarran en un palo, parece que me van a ahorcar, pero no ahora, cuando caiga el sol. Primero me amarran las manos, sólo las manos, arriba, después empiezan a agarrarme del cuello. No quiero mirar al cielo, nunca más lo voy a llamar. Nunca se reveló. ¡Podía hacerlo!. Me dejó aquí sin saber nada. La Luz está a mi lado. ¡Ay, me duele mi cuerpo!. ¡Ay, siento frío!. El me dice que me ayudó para que no sufriera, yo sólo sentí que me faltó el aire, pero ahora no lo siento. Ya no siento nada. Aquí estoy, por decir que sí, por decir que era su discípulo. ¿Por qué no lo negué, como Pedro?.

Estoy viéndome muerto. Hay un ángel. Acompáñame. No quiero nada de ustedes, no quiero nada. No quiero verlo, que no, déjame. Me quedo ahí, viéndome, con la cabeza tendida. Yo tenía una familia, una esposa y una niña, ellas están allí, abrazándose, yo me acerco a ellas, no me ven. Ya me están bajando. Mi mujer se arrastra, se me tira encima y llora. No me oye. Esto es culpa de Él. No hay por qué odiar. Tú no eres así, estás confundido. No puedes quedarte así, yo te espero. Aquí me voy a quedar, con mi familia. Mi hija es pequeña, ella no entiende qué pasó, sólo llora. No debes sentir odio, debes entender. No voy a entender todavía, todavía no. El me abandonó, eso es lo único que sé, ahora yo lo voy a abandonar a Él-.

-Me voy a quedar aquí siempre-. Susurra Andreah. Betzhabeth, en una asistencia de Amor y Luz, intenta ayudar en la despedida de su familia. –No me voy a ir. No quiero nada de Él. Nunca. Me dejó sólo. Él se fue. Me voy a quedar aquí, siempre-.

-¿Por qué?-. Le pregunta Betzhabeth.

-Me dejó sólo. El se fue, para salvarnos-. Andreah repite esta última frase. Y en una reflexión, se queda en silencio.
-Ya es suficiente-. Dice el Maestro. Ya viste lo que tenías que ver. Andreah vuelve a la pirámide, lo abraza, y llora largamente.

-Aún no me has perdonado-. Le dice el Maestro. –Ahora descansa-.

Marzo 15 del 2010.

PERGAMINO NÚMERO DOS


Segundo Mensaje

“Somos una luz que no se apaga".

 "No debes temer, Dios está en ti.”

“Si me buscas me hallaréis, sólo debes creer.”



-Deben hacer de ahora en adelante la terapia de purificación con la pirámide al Planeta Tierra-. Dice el Maestro.

-Deben visualizar que sostienen entre tus manos la pirámide y dentro de ella visualicen el planeta tierra. Observen cómo recibe la luz de Amor y Sanación. Conéctense en una red con todos los Guías y Maestros de Luz que están enviando Sanación al Planeta Tierra-.

-Debemos intentar sanar lo que queda de ella. Verán aún mucha destrucción. Seguirán aconteciendo movimientos de tierra, agua y fuego. Hay un huracán, en el Norte de América, para el 3 de Abril del 2010-.

-Hay que visualizar que protegemos la tierra, desde ahora. Hay que visualizar que la pirámide la nutre de energía, la reaviva, mientras la sostenemos en nuestras manos. Esto hay que hacerlo durante tres meses, para evitar una gran catástrofe. Hay unas catástrofes que sí van a suceder, porque eso ya está dado, mucha agua, vientos fuertes, como una tormenta, incluso aquí, en esta ciudad, pero si hacen la terapia, si se unen entre ustedes, todo esto será menor”-. El Maestro.

Cartagena. Colombia, Marzo 4 del 2010.


LA CANALIZACIÓN DEL MENSAJE.

Andreah se arrodilla, y con las manos en su corazón inclina su cabeza.

-Qué haces aquí?. Le pregunta el Maestro.

-Estoy lista para escuchar el segundo mensaje.

-¿Cómo lo sabes?-

- No lo sé.

El Maestro se queda en silencio. Andreah lo piensa un poco y responde, más decidida.

-Estoy aquí para escuchar el segundo mensaje. Estoy lista.

-Busca los símbolos que te llevarán al Segundo Pergamino.

Andreah avanza hacia el centro de la pirámide, tocando los bloques dorados de la pared que está a su izquierda. No están los símbolos del mensaje anterior.

-Los símbolos aparecen sólo en su momento.

Llegando hacia la pared de enfrente, alcanza a palpar un bloque dorado con un grabado como un sol, con el número 2 escrito después del símbolo, en el mismo bloque.

-¿Hay algún otro símbolo en las paredes?. ¿ Puedes ayudarme?-. Pregunta Andreah.

El maestro guarda silencio. Betzhabeth interviene con suave determinación.

-Andreah, visualiza la Planta Espíritu que viste en tus sueños. Busca el segundo pergamino ahora. ¿Lo ves?-.

-Sí.

-¿Qué dice?.

Andreah desentierra un pergamino amarillento, escrito con una gruesa tinta negra. Andreah susurra cada palabra, como si las construyera, una a una, por primera vez.

-“Todos somos una luz que no se apaga… Me duele el pecho-. Dice Andreah, separando sus ojos de los jeroglíficos.

Betzhadeth toca su corazón y le pide que respire profundo. -Sigue leyendo-. Le ordena amorosa.

-¡El pergamino está roto, no puedo ver el final!.

-Andreah, une los pedazos que tienes y dime qué lees.

-“No debes temer…”. No, no estoy segura qué dice, alguien lo ha visto antes y lo ha destruido.

Betzhadeth guía a Andreah por el laberinto del tiempo y a un instante seguro, frente a la Planta Espíritu que guarda los siete mensajes. El segundo pergamino es mediano, hermoso como el mármol, enrollado con una cinta rojo rubí tejido hilos dorados.

-Léelo Andreah.

- Tiene una fecha. Octubre 27. No tiene año. Sólo dice:

“Octubre 27. Somos una luz que no se apaga. No debes temer, Dios está en ti…”

Andreah hace una pausa. Su voz se torna débil y afligida. Betzhadeth sigue enviando mucha energía a su corazón. -Andreah, continúa-. Le anima.

-“Si me buscas me hallaréis, sólo debes creer.”

-Eso es todo-. Dice Andreah, guardando silencio unos segundos.

Andreah acerca su cuerpo al de Betzhabeth, y temblando, débil, se le entrega. Betzhabeth la lleva suavemente hasta sentarla cerca a una de las paredes de la pirámide y la abraza, encendiéndose en ella una luz dorada que las circunda a las dos, y en su tibieza, le devuelve el aliento, le devuelve la serenidad. Permanecen en el suelo, muy juntas, durante algún tiempo. Andreah se incorpora ligeramente, cruza sus piernas, cierra los ojos y respira profundamente.

-Abre tus manos-. Dice el maestro.

Andreah observa entre sus manos una pirámide.

-Éste es el modelo de la pirámide que debes usar, recuérdalo-. Le dice el maestro.

La pirámide tiene 7.5 cm de base por 11.3 cm de alto. Tiene cuatro lados y una base, y llega hasta la punta, todas las paredes son lisas y aunque no es maciza, pesa ligeramente. Es de cobre. Tiene un papel blanco en la base, en el cual está escrita la palabra SANACIÓN.

-Se escribe en un papel blanco, normal, siempre el mismo color, siempre en la base. Lo que se escribe depende de lo que la persona necesite sanar-. Aclara el Maestro. -La pirámide se ubica donde la persona lo necesite-. Continúa el maestro. Si es el corazón, en el corazón, si es en el estómago, en el estómago, y se escribe en el papel el lugar que la persona desea sanar. Para terapia completa, bendecir la pirámide. Hay que sentarse en el piso en posición de flor de loto, invocar Al Dios Universal, Al Cristo, a los Maestros, a los Ángeles, a los Guías Espirituales. Si cree en algún santo, que lo invoque también. La pirámide se ubica en la frente, luego en el pecho, en el ombligo, en los genitales, en las rodillas juntas y en los pies juntos. El tiempo de la terapia depende de lo que la persona necesite, media hora, tres horas, depende. La pirámide se debe limpiar exponiéndola al sol. En la mañana de 7 a 8 y en la tarde de 4 a 5. También se carga de energía de esta manera. Se puede poner una botella transparente con agua cerca a la pirámide, en el momento de la limpieza. La primera se bota, y la segunda se puede utilizar para tomar, para bañarse, para hacer la comida. Si quiere tener más energía y potencia en esa agua, se le hace Reiki, haciendo la invocación, activación, purificación y sanación. En la espalda se puede poner la pirámide, únicamente en la curva de la zona lumbar, entre los riñones-.

El maestro hace una pausa, mira a Andreah, quien lo observa atenta, grabando en su esfera mental las instrucciones.

-La persona debe visualizar cómo entra desde la punta de la pirámide la luz del Cielo, que se amplía grandemente hasta la base. Esa luz limpia el lugar donde cae, comenzando la terapia en el entrecejo, limpia la zona del cuerpo donde se encuentra la pirámide, y va limpiando todo, hacia los pies. Así cada vez, cuando se ubica la pirámide en el corazón, va limpiando desde allí hasta los pies, de nuevo, y luego se ubica en el ombligo, y limpia por tercera vez, y así en todos-.

El maestro se acerca a Andreah y la toma entre sus brazos, levantándola del suelo.

-Debes también hacerle de ahora en adelante la terapia de purificación con la pirámide al Planeta Tierra-. Dice el Maestro en voz alta, y el eco de su voz se multiplica eternamente dentro de la pirámide.-Debes visualizar que sostienes entre tus manos la pirámide y dentro de ella visualiza el planeta tierra. Observa cómo recibe la luz de Amor y Sanación y puedes ver cómo se va sanado-.

El maestro se aleja, observando en el vacío. -Debemos intentar sanar lo que queda de ella-. Continúa hablando. - Verás aún mucha destrucción. Seguirán aconteciendo movimientos de tierra, agua y fuego. Hay un huracán, en el Norte de este Continente…

Abatida, Andreah observa al Maestro, acompañada amorosamente por Betzhabeth.

-Abril 3 del 2010-. Contesta el Maestro, anticipándose a la pregunta de la niña.

-Hay que visualizar que protegemos la tierra, desde ahora. Hay que visualizar que la pirámide la nutre de energía, la reaviva, mientras la sostenemos en nuestras manos. Esto hay que hacerlo durante tres meses, para evitar una gran catástrofe. Hay unas catástrofes que sí van a suceder, porque eso ya está dado, mucha agua, vientos fuertes, como una tormenta, incluso aquí, en esta ciudad.

Andreah observa a través de su energía mental, palmeras azotadas luchando por mantenerse en pie ante las frías en inmensas olas, son las tres de la tarde del 3 de abril del 2010.

-¿Para qué quieres saber esas cosas?. Irrumpe la voz del Maestro en las imágenes que observa Andreah en su esfera mental.

-Por qué quiero ayudar.

-Está bien, pero hay muchas cosas que no se van a poder evitar…

-¿Qué puedo hacer?.

-Hay que orar. No para quedarnos, sino para estar tranquilos. No debes preguntar si te vas a quedar. ¿Para qué quieres saber?-. El maestro se anticipa de nuevo a sus palabras. –Nadie debe saberlo. Nadie debe saber si se va o se queda, porque eso previene a las personas...

-Sólo quien lo merece se queda, o se va-. Dice luego de un largo silencio.

-Andreah, tú lo sabes-. Responde el Maestro, después de una pausa. -Tu sabes quién Soy-. ¿Por qué dudas?.

Andreah no confía en lo que está experimentando, no quiere aceptar lo que escucha. Se tapa los oídos, y en su desesperado intento, escucha el palpitar apresurado, el silencio del lugar, sus pensamientos, los pensamientos del Maestro…

-Me duelen los oídos, me duele el brazo, me falta el aire-. Dice Andreah, sollozando.

-Aún debes saber algo más, pero estás muy ansiosa, mejor espera…

Betzhabeth se acerca y toca la espalda de la niña. Permanecen en silencio, y luego de una pausa la hace girar sobre sí, toma sus manos, mirándola desde dentro, ayudándola recobrar la calma.

-Sólo te voy a dar una pista. Celeste va a nacer-. Dice el Maestro, sin mirarla.

-Eso quiere decir que vas a estar en el planeta mucho tiempo-. Susurra Betzhabeth, tocando su corazón, enviándole hermosos rayos de luz violeta.

-¿Hay algo más que deba saber?. Pregunta Andreah, rompiendo bruscamente el silencio.

-Sí. Ya te lo dije. Pero debes esperar. Las pirámides que tienen en la tierra no las construyeron ustedes. Pero eso es otra historia-. Dice el maestro.

Andreah, contiene el aliento, se abstiene de preguntar.

-Si de verdad crees. Por qué no aceptas que fueron ellos?. Señala el Maestro, tomando los pensamientos de Andreah.

-Sí, fueron los habitantes de Marte. Ellos los observan a ustedes-. Dice el Maestro con picardía. -Aunque de verdad ellos no existen…

-¿En cuerpo físico?. ¿No existen en cuerpo físico?-. Pregunta Andreah, interesada.

-Están y no están.

-¿Ese cuerpo, no es real?.

-No es real, ningún cuerpo es real.

-¿Maestro, usted tiene cuerpo físico ahora en el planeta?.

-No. Tuve, hace más de dos mil años… ¿Estás confundida?-. Le pregunta el Maestro.

-Dejémoslo así-.

Betzhabeth pasa su brazo por los hombros de la niña, pero luego da un paso atrás. El Maestro toma las manos de la niña un momento, mirándola a los ojos, y extiende sus brazos, en un amoroso y tierno abrazo. Abrazo de Padre, de Madre.-Todos somos Maestros-. Le dice, inclinando ligeramente su cabeza.

Andreah sale de la pirámide, y toca el agua que la rodea completamente, y ya sola, desciende las escaleras, sin mojarse, hacia la profundidad…

-Dile que tiene una cita en la pirámide-. Dice el Maestro.

-¿A Quién?. Pregunta Andreah.

-A ella. Dile que la estoy esperando. Tengo algo que decirle.

Ante la duda, me quedo en silencio.

-Te estoy esperando-. Repite, esta vez dirigiéndose hacia mí.

Vacilante, me atrevo finalmente a responder: Iré esta noche.

El Maestro responde:

-Que así sea.

Marzo 4 del 2010.

PERGAMINO NÚMERO UNO


Primer Mensaje

“Yo soy el Camino, y el Camino es el Amor”.

“Yo Soy el Fuego Interior, que está dentro de tu corazón”.

“El fuego interior está en la pirámide de tu corazón”.

“Todos los Seres Humanos deben reactivar el Fuego Interior de su corazón a través de la pirámide.

Deben hacerlo ahora, porque se les está acabando el tiempo”.


-Ese es el primer Mensaje-. Indica el Maestro. -Para reactivar tu Fuego Interior, debes purificar tus cuerpos, y para eso debes utilizar la pirámide. Las pirámides son un lugar de meditación, de Sanación, una fuente de purificación, una fuente de Luz conectada con la Gran Energía Universal-.

-Cada Ser debe visualizar la pirámide en su entrecejo, el corazón, el ombligo, los genitales, las rodillas, y en los pies, juntos. En cada lugar, la pirámide generará un estado de limpieza, purificación y reactivación del Fuego interior, que lo reconectará con la energía Divina. La terapia debe ser realizada con Fe, iniciando con una invocación al Dios Supremo, a quien le pedirás la purificación y la sanación para tus cuerpos. Luego se pone la pirámide en cada lugar, en el orden estipulado, el tiempo que se considere necesario…

-Maestro. ¿Puedo decirlo?. ¿Puedo contar esto que me has dicho?-. Pregunta Andreah.

-Claro que sí. Ellos lo saben, pero ahora hay prisa por hacerlo. Se está acabando el tiempo-.

Marzo 3 del 2010.


LA HISTORIA DE LA CANALIZACIÓN DEL MENSAJE.

-Mi hija es una niña especial-. Dice el hombre de camisa gris y portafolio negro que ha tocado a mi puerta. –Ella necesita ayuda médica, pero también una orientación espiritual, por eso vine aquí-. Continua diciendo, mientras saca su pañuelo húmedo y se seca el rostro. Es la una de la tarde, y a punto de partir, observo a este ser de mirada triste y pensamiento desconfiado acomodarse en la silla y sacar unos papeles que organiza rápidamente mientras habla. Sin comprender del todo qué significan sus primeras palabras, escucho atenta su historia.

La primera vez que Andrea tuvo ese sueño, tenía cinco años. Eran las cinco de la tarde. Sudorosa y sollozando, baja con sus pies descalzos las escaleras y abraza a su padre, y con palabras cortitas y atropelladas, habla de un ojo pintado con ceja, de una pirámide, de unas palmeras, y agua, mucha agua salada. Daniel la escucha y la acaricia, le da agua de beber, la sienta en sus piernas, le enjuga las lágrimas. Todo ha sido un mal sueño. Dijo.

Pero no era así. Las imágenes seguían apareciendo en su cabeza al dormir. Un ojo prolongado con pintura negra y una ceja, luego una pirámide que se acercaba a ella, sacudidas en la cabeza y las imágenes que comenzaban a girar dentro suyo. Luego paró.

A los trece años, el sueño volvió, y además de lo que sentía, a Andreah se le hinchó el abdomen, y luego todo el cuerpo. Los médicos le dijeron que sus riñones habían fallado. Una enfermedad que nació con ella, o que comenzó desde pequeña, dijeron los especialistas. Han sido siete años de lucha, de sufrimientos, de búsqueda, de llanto, de desesperación. Andreah ya no quiere vivir, le tiene miedo, mucho miedo a lo por venir.

Pero más miedo le tiene al ojo ese que se le aparece. Es como una fotografía que la asusta cuando se acerca, dentro de su cabeza. Y está también eso de la pirámide, y luego las olas que se lo llevan todo…

-La semana pasada estuvo hospitalizada. Sigue hinchándose, aún con medicinas. Llora mucho, nosotros también, por eso he venido aquí-. Me dice. -Porque queremos (mi esposa y yo), que ella tenga otras alternativas. Y sobre todo, porque queremos que ella tenga una guía espiritual-

Me quedé en silencio. Yo soy terapeuta Reiki, pero la mayoría de mis pacientes buscan el alivio físico, no el espiritual. Inquieta ante la fe y la perseverancia del padre de Andrea, le pido que la traiga a cita, y -veremos qué pasa-. Digo con palmadita en la espalda, justo antes de cerrar la puerta.

Eso fue hace tres años. Ahora soy Maestra Reiki, y Andreah es mi más fiel discípula. Aunque no tan disciplinada con eso de las terapias de auto reiki, viene a mi consulta una vez por semana desde entonces, aunque ha sido tres veces a la semana desde que apareció la pirámide.



Una tarde, mientras estábamos en consulta, Andrea comenzó a temblar, todo le daba vueltas, era como si le vibrara la cabeza. Durante la sesión de Reiki, y haciendo una terapia de relajación a través de la respiración, le pedí que me describiera lo que sentía, y fue cuando vio de nuevo aquellas imágenes que tanto le daban terror. Llorando, Andreah huía de las imágenes que pasaban en el medio de sus ojos, hasta que decidimos hacerle una terapia de retorno.

Consciente de todo, con los ojos cerrados, y durante una terapia de Reiki, Andrea retornó al primer momento en el que vio la pirámide. Tenía trece años, y corría por un bosque de árboles color caramelo, mientras con sus pies descalzos levantaba las hojas que caían a su alrededor. Cantaba canciones de cuna que escuchaba dentro de sus oídos, mientras poco a poco, éstas se mezclaban con una voz angelical que la llamaba por su nombre. Andreah vio a una bella dama de negros y abundantes cabellos bañados en oro, con un manto color perla ataviando su hermosa piel. La Dama le sonríe y la conduce de la mano hacia el centro del bosque, en ese lugar donde la tierra se desaparece. Suspendida en el agua, había una pirámide del tamaño de una casa, con una puerta central por la que la Dama se apresura a entrar.

Andreah tiene miedo. El lugar está oscuro. La dama la toma de la mano y con un sutil gesto ilumina el lugar. Es una pirámide con bloquecitos dorados por paredes y un gran salón central, que termina en una especie de altar, al subir unos pocos peldaños. Al lado derecho del altar, está una puerta invisible hacia un salón contiguo, al que Andreah no puede acceder.

-Mi nombre es Betzhabeth-. Dice la Bella Dama. -He venido a guiarte hacia el Maestro-.

Sin tiempo de reaccionar, Andreah observa cómo desde el salón contiguo, aparece una figura resplandeciente que flota hacia ella. Betzhabeth se inclina ante El, y todo el lugar se torna del color del cielo después de la lluvia.

-Gracias por venir-. Dice el Maestro inclinándose a su vez, respondiendo así al saludo de Betzhabeth. Observa a Andreah contener el aliento, desviar la mirada, tomar la mano de su Guía, apretar los ojos.

–No temas, estás aquí porque tengo un mensaje para ti-.

Andreah abre los ojos todo lo que puede, intentando descubrir el rostro de quien le habla.

-Tú sabes quién soy-. Le dice. Sorprendiéndola al escuchar sus pensamientos. –Yo soy quien te habla cuando duermes, Yo Soy quien te ha mostrado el pergamino anoche, por eso no podías dormir-.

-Tengo miedo, quiero salir de aquí-. Menciona Andreah, bajito, mientras empieza a llorar. Todo le da vueltas, siente muchas náuseas y su cabeza comienza a vibrar. Betzhabeth se apresura a abrazarla, la lleva hasta el altar, le pide que se acueste. Pone las manos en la cabeza y el corazón de la niña, y se conecta en un circuito universal que reactiva su energía y que luego de unos instantes la ayuda a purificarse.

-Todo estará bien-. Le dice. No temas.

–Hay unos símbolos en esta pirámide que te guiarán hasta el pergamino número uno-. Explica el Maestro. –Búscalos-.

Andreah observa a Betzhabeth asentir con la cabeza, por ello, desciende las escaleras, camina hacia los bloques dorados que conforman la pared izquierda de la primera sala de la pirámide, y toca cada uno de ellos, buscando depresiones, luces o formas que le puedan dar una pista.

Poco a poco, van apareciendo imágenes que se activan al ser tocadas por la niña. Andreah logra observar cómo se forma el número 1 y un espiral que gira tres vueltas en el sentido opuesto al reloj. Los dos símbolos están uno al lado del otro, en un sólo bloque. En el bloque continuo de la derecha, aparecen dos varas verticales que se inclinan ligeramente en la punta de abajo, como si se fueran a tocar si se prolongaran, y en el bloque siguiente, a la derecha también, se encuentra el número 7. Luego, debajo del primer bloque grabado, aparece la imagen de un alce.

Todo se queda en silencio. Se encienden unas antorchas a lado y lado del altar, y Andreah vuelve a aferrarse a su Dama, quien le toma de las manos y la hace observarlas, apareciendo en ellas un pergamino. –Léelo-, le dice, mientras sigue sosteniendo sus temblorosas manos.

-Son unos jeroglíficos que no entiendo-. Dice Andreah con desespero.

-Léelo-. Insiste su guía. Andreah lo mira otra vez, y descubre como en su mente aparecen imágenes que poco a poco van develando un significado.

“Yo Soy el Camino, El Camino es el Amor…

Andreah levanta la mirada y suspende sus palabras por la sorpresa.

-Continúa-. Le dice suavemente su guía.

“Yo Soy el Camino, El camino es el Amor. No temas, porque Dios…

-Está roto, no puedo leer nada más-. Dice Andreah, levantando la voz.

-El pergamino está en tus sueños-. Le dice Betzhabeth. –Búscalo-.

Andreah cierra los ojos y trata de recordar el sueño de la noche anterior. Súbitamente aparece frente a ella una gran planta verde agua marina.

–Ella es la Planta Espíritu-. Continúa la Dama. –Ella es quien guarda el secreto de los Siete Pergaminos, Los Siete Mensajes del Maestro. Pídele que te muestre el pergamino original, ese que no ha sido dañado por ningún ser…

Andreah se inclina ante la Planta Espíritu y toma de su tierra un pergamino color blanco marfil con hilos dorados. Lo desata y comienza a leer:

“Yo soy el Camino, y el Camino es el Amor. No temas, Dios está dentro de ti.”

“Yo Soy el Fuego interior, ese que está dentro de tu corazón. El fuego interior está en la pirámide de tu corazón”.

Andreah enrolla el pergamino de nuevo, y guiada por la bella Dama, lo entierra en la Planta Espíritu.

-Ese es el primer Mensaje-. Indica el Maestro. -Para reactivar tu Fuego Interior, debes purificar tus cuerpos, y para eso debes utilizar la pirámide. Abre tus manos-.

Andreah observa entre sus manos una pirámide.

-Este es el modelo de la pirámide que debes usar-. Le dice el maestro.

La pirámide es de cobre, tiene 7.5 centímetros de base por 11.3 centímetros de alto. Tiene cuatro lados y una base, y llega hasta la punta. Todas las paredes son lisas y gruesas, aunque no es maciza. Tiene en la base un papel rojo tipo transparente que tiene una intención escrita: REACTIVAR EL FUEGO INTERIOR

-Cada Ser debe ubicar la pirámide en su entrecejo, el corazón, el ombligo, el sexo, las rodillas (juntas), y en los pies (juntos, flexionándolos, y poniendo la pirámide entre ellos, en el dorso de los pies)-. Explica lentamente el Maestro. -En cada lugar, la pirámide generará un estado de limpieza, purificación y reactivación del Fuego interior, que lo reconectará con la energía Divina. La terapia debe ser realizada con Fe, iniciando con una invocación al Dios Supremo, a quien le pedirás la purificación y la sanación para tus cuerpos. Luego se pone la pirámide en cada lugar, en el orden estipulado, el tiempo que se considere necesario…

Los Seres humanos se van a extrañar por esto-. Dice el Maestro luego de una pausa.

-¿Por qué?. Pregunta rápidamente Andreah.

-Porque no creen. Pero las pirámides han sido creadas para eso. Su forma geométrica, con las bases en la tierra, pero la punta que apunta al Cielo. Y es una punta fina, que le permite mayor elevación, mayor profundidad de alcance, hacia arriba. Pero abajo es ancha, para que tenga también mayor cobertura. Eso hace que irradie más abajo, conectándose más con la tierra. Además, permite que entre por todos lados la energía. Las pirámides son la forma más segura de conectarse con la tierra, recibiendo la energía del cielo-.

Y luego de una reflexión, el Maestro le revela a Andreah: -Las pirámides son un lugar de meditación, de Sanación, una fuente de purificación, una fuente de energía conectada con la Gran Energía Universal. Ellas siempre han simbolizado eso-.

Andreah permanece en silencio. Le preocupa no poder recordar toda la información que ha recibido. Cierra los ojos, toma su cabeza entre las manos, llama a su Guía, la cual toca ligeramente su hombro para recordarle que está allí.

-Por hoy es suficiente. Este es el primer pergamino, que contiene el primer mensaje. Recuerda la pirámide, debes tenerla contigo también, colgada al cuello, en una cadena. No te preocupes, ella te encontrará pronto, y desde entonces siempre la llevarás contigo-.

Andreah se toca el cuello, visualizando una pequeña pirámide atada a una cadenilla.

-Debes volver en tres días-. Continúa el Maestro. –Son siete pergaminos, siete mensajes que recibirás cuando sea el momento. Ahora puedes irte-.

Betzhabeth inclina su cabeza. El Maestro también. Andrea se inclina torpemente, por lo cual el Maestro le sonríe y le dice hasta pronto.

Betzhabeth se despide también, acompañando a Andreah hacia afuera de la pirámide.

-Maestro. ¿Puedo decirlo?. ¿Puedo contar esto que me has dicho?. Pregunta Andreah.

-Claro que si-. Se escucha La Voz. -Ellos lo saben, pero ahora hay prisa por hacerlo. Se está acabando el tiempo.

Andreah asiente con la cabeza, mientras desciende a través de unas escaleras, hacia la profundidad…

Marzo 3 del 2010.