martes, 30 de marzo de 2010

CUARTO MENSAJE

“…Levanta una piedra. Ahí también estoy Yo. Dondequiera que me busques, allí estoy Yo. En el agua, en la tierra, en el aire, en las personas, en los animales… allí estoy Yo. Yo Soy todas las cosas. Deben dejarse guiar, ese es el Camino, deben dejarse guiar, deben ser obedientes. Perseverantes, pero deben ser paciente, con las cosas que llegan, y ver más allá de las cosas que pasan, no ser tan superficiales, como se han vuelto...”

“…Deben entender estas cosas. La vida no es un juego, es una oportunidad hermosa. Tienen que valorarla. Deben amarse unos a los otros, sin rencores, olviden el pasado, cada día es un nuevo comienzo. No se duerman en discordia, con nadie, no saben qué puede suceder. La vida es un momento, deben aprovecharla, vivir con alegría, sin preocuparse por nada. Deben ser valientes en todas las cosas que hagan, sobre todo porque hay personas que no creen en esto que está pasando. Muchos no van a creer, estoy seguro, pero de ustedes depende dar buen testimonio...”

“…El sábado tres de abril, todas las personas deben estar en sus casas. Calmados, sin temor, con la vela encendida, amándose, queriéndose, cuidándose. Estén unidos, en sus hogares, en meditación, tranquilos. Ya todo está dispuesto. Pero créanme que ha mermado. Esto no pasa por voluntad mía, son cosas que tienen que pasar. Es un cambio de consciencia, así como el que tú estás teniendo. Hay muchas personas que no han experimentado ninguno de estos procesos, sencillamente porque no han querido. Pero eso es así, todos ellos son como Felipe. No creyeron en mí, en mi promesa, en que iba a volver. Aunque nunca me he ido en realidad. Siempre he estado allí. Así como el mensaje, levanta una piedra y allí me hallarás…”

“…El tres de abril no es un día de tribulación, es un día de meditación. Sólo basta creer, creer en el fuego interior que nos protege, en el fuego interior que trasmuta, para que puedan trascender, para que Yo vuelva a sus corazones. Deben encender la vela para ese día, el símbolo del Fuego Interior y a partir de allí es una fecha de cambio. Mucho Amor, es lo que les digo. Si Yo los he amado, ustedes son capaces de hacerlo, ustedes pueden amarse entre ustedes también. Tienen que ver más allá de las cosas superficiales, más allá de la vanidad del mundo. El mundo está corrompido, no es ni sombra de lo que imaginé que podría ser. Pero el mundo puede cambiar, eso estoy seguro. En todo cambio hay riesgos, en todo cambio hay destrucción, en el proceso hay que ser pacientes, tienen que estar tranquilos, seguros, si les toca, les toca, eso está dado. Yo siempre he estado allí. Hasta debajo de una piedra, donde nadie mira, Yo siempre he estado allí, y allí estaré…”

“…El ayuno es importante. En estos días, especialmente el sábado tres de abril, nada de carnes, pura fruta, pueden comer cualquier fruta, pero sobre todo la uva, es sagrada, pueden comerla. Deben tomar agua en la mañana y una infusión de plantas medicinales, la que escojan, nada más para la mañana. Después del mediodía frutas, verduras y pan integral, y al final del día una infusión de plantas. Todo el día en Meditación y haciendo Reiki, en familia...”.
Marzo 24 y 30 del 2010. Cartagena, Colombia.



LA CANALIZACIÓN DEL CUARTO MENSAJE. Primera Parte.

El Maestro tiene en la mano una cadena. Es una lágrima colgada en un hilo de plata. Se la muestra a Andreah, quien la toma y se la pone. Andreah está sentada dentro de la pirámide, cerca al altar, tiene un vestido color perla hasta la rodilla, con muchas vueltas de piedras negras y rojas en el cuello y torso. Ella tiene 22 años.

-Estoy lista para recibir el cuarto mensaje-. Expresa Andreah.

-Búscalo en la pirámide-. Le dice el Maestro.

-Sólo está el ojo de la vez pasada. Está pintado en la pared, no está grabado. En negro, en tinta negra, no tiene ceja, ni pestaña. ¿Qué significa el ojo?-.

-Es el ojo que todo lo ve, El que ve más allá. No deben fijarse en las cosas externas, superficiales, deben mirar más allá. Es el tercer ojo, el que todos tienen, el que todos deben desarrollar, no todos lo desarrollan porque no quieren, porque no quieren mirar más allá. Si lo miras bien, podrás observar al otro lado-.

Andreah se acerca a los bloques dorados que conforman la pared derecha de la pirámide, y observa el ojo, descubriendo cómo a través de él, puede observar más allá.

-Es como un paraíso. Los árboles son de colores, hay muchos pájaros también. Hay una cascada a la izquierda, el agua es transparente, y alimenta un lago que es el que está aquí debajo de la pirámide. Es tranquilo, muy tranquilo, no hay nadie, es como para meditar-.

-Es allí donde deben llegar, en la meditación. Visualizar un lugar tranquilo. Visualizar el paraíso-

El Maestro pone sus manos en la nuca y la cabeza de Andreah. –Estás muy tensionada-, le dice, -por lo que pasó la vez anterior. No querías estar aquí. No estás lista. El cuarto mensaje ya te lo he dicho, en tu sueño. Son tres símbolos. Debes recordar-.

Betzhabeth, presente desde el principio del encuentro, guía a Andreah hacia el sueño perdido. Andreah se resiste una vez más, pero en esta ocasión Betzhabeth la acompaña amorosamente con la guía y poderosa asistencia del tercer y cuarto símbolos de Reiki, que han sido invocados por ella desde el inicio de terapia, con la intención de Guiarla y Protegerla. Activos y presentes en la pirámide, la hermosa e intensa presencia de estos Maestros, permite que Andreah vuelva al momento del sueño perdido entre su temor e incredulidad.

-Estoy dormida. Me levanto corriendo y busco una libreta para apuntar, para no olvidar. Dibujo un ojo, el ojo que todo lo ve, la Claridad. Debajo del ojo hay un cisne, es blanco, brillante, es como mágico. Tiene un ojo negro, como el ojo que todo lo ve. El cisne significa tranquilidad, paciencia, serenidad. No veo bien en la libreta. No veo el otro símbolo. Ha pasado mucho tiempo-.

Betzhabeth le pide a Andreah que repita una y otra vez sus últimas palabras, para despejar la densa nube de indecisión y miedo que la enceguece.

-No estoy muy segura, pero es como una piedra. Es color café, del lado derecho del cisne. Significa fortaleza-.

-Levanta una piedra. Ahí también estoy Yo. Dondequiera que me busques, allí estoy Yo: En el agua, en la tierra, en el aire, en las personas, en los animales… allí estoy Yo. Yo Soy todas las cosas. Deben dejarse guiar, ese es el Camino, deben dejarse guiar, deben ser obedientes. Perseverantes, pero deben ser pacientes, con las cosas que llegan, y ver más allá de las cosas que pasan, no ser tan superficiales, como se han vuelto-.

Andreah vuelve de su sueño, a la pirámide.

-Deben entender estas cosas. La vida no es un juego, es una oportunidad hermosa. Tienen que valorarla. Deben amarse unos a los otros, sin rencores, olviden el pasado, cada día es un nuevo comienzo. No se duerman en discordia, con nadie, no saben qué puede suceder. La vida es un momento, deben aprovecharla, vivir con alegría, sin preocuparse por nada, en especial tú Andreah, que eres muy impulsiva, y te retrasas en tu proceso por ello. Deben ser valientes en todas las cosas que hagan, sobre todo porque hay personas que no creen en esto que está pasando. Muchos no van a creer, estoy seguro, pero de ustedes depende dar buen testimonio-.

-¿Cómo vamos a dar testimonio Maestro?-. Pregunta Andreah.

-Con tu sanación. Ahora está más próxima que antes. Pero eso no depende de ti. Esa vez te escapaste, pero la próxima no te vas a escapar. Te he quitado el collar con la pirámide. No importa que no hayas conseguido la pirámide física, tú la tenías puesta. Este que tienes ahora es tu cuarzo, no lo tienes que conseguir, lo usarás aquí, en la otra puerta. Este ha sido un regalo que te he hecho, con los vestidos que estás usando desde ese día. ¿Quieres ir a la otra cámara?-.

Betzhabeth se acerca a Andreah para acompañarla, para ayudarla a tomar la decisión.

-Veo la puerta, pero no estoy caminando-.

Andreah ve cómo aparece el tercer símbolo de reiki en el umbral de la puerta. Sus trazos dorados le son familiares, y se aventura a atravesarlo. Ya a punto de entrar, surge el cuarto símbolo de Reiki, y Andreah penetra confiada y tranquila, a través de su poderoso espiral violeta, hacia esa maravillosa dimensión.

-Recuerda que estoy contigo-. Le susurra Betzhabeth, quien permanece a su lado izquierdo, tomándola de la mano.

-Hay como una mesa larga, ovalada, al fondo de la sala. Hay unas personas allí. Son como unos Maestros, sentados alrededor de la mesa. La silla del centro, en el fondo, está vacía, y es más grande que las demás. Es como dorada. Hay un Maestro de piel oscura que me sonríe. Es el único que conozco. Se llama Germain, está sentado al fondo, en la primera silla, al lado izquierdo de la silla vacía. Todos se han puesto de pie. El Maestro me deja con Betzhabeth cerca a la puerta, y camina hacia la silla vacía y se sienta. Betzhabeth hace parte de ese grupo, porque hace una reverencia y se sienta en la parte inferior de la mesa, a mi lado derecho, cerca a mí. Yo sigo de pie. No me muevo, no me quiero mover. El Maestro le pide a Betzhabeth que se siente a su lado derecho. Ella se acerca al Maestro, inclinando lentamente su cabeza. Él le sonríe. Me van a hacer como un juicio, digo yo. Todos se ríen, me dicen que si a eso es que le tengo miedo, a los pecados. Dicen que si fuera por eso, no acabarían, y se siguen riendo.

-Estamos aquí porque hemos decidido que junto con Betzhabeth, tú nos acompañes en este camino que han iniciado hace varios días con la Dra. Alejandra, desde allá. Tú, siendo Andreah aquí, Adrany allá. Y ella, siendo Betzhabeth aquí y Alejandra allá. Pero hemos visto que tienes mucho miedo. Pero ha sido rápido, en comparación con otras personas. Lo importante que ha sido y lo bien que lo han tomado. No como algo extraño, sino como algo natural, porque no se han alarmado. Sin embargo, tienes que dedicarle aún más tiempo. Ya sabemos que estás dedicándole algo, porque la doctora prácticamente te obligó, pero no le has dado la suficiente importancia, quiero que recuerdes que esto no le pasa a todo el mundo. Ella es consciente, pero tú no eres consciente de ello. Esto no es una lotería que a cualquiera le cae. Las hemos escogido a ustedes, desde que estaban en el vientre. No crean que esto parará aquí. Los tres mensajes que faltan, aún no se los vamos a decir, los tres mensajes que faltan son más adelante, pero tienen que seguir en el trabajo.

-El día tres de Abril todas las personas deben estar en sus casas. Calmados, sin temor, con la vela encendida, amándose, queriéndose, cuidándose. Necesito que especialmente después del mediodía estén unidos, en sus hogares, en meditación, tranquilos. Ya todo está dispuesto. Pero créanme que ha mermado. Esto no pasa por voluntad mía, son cosas que tienen que pasar. Es un cambio de consciencia, así como el que tú estás teniendo, como el que la doctora tiene. Hay muchas personas que no han experimentado ninguno de estos procesos, sencillamente porque no han querido. Pero eso es así, todos ellos son como Felipe. No creyeron en mí, en mi promesa, en que iba a volver. Aunque nunca me he ido en realidad. Siempre he estado allí. Así como el mensaje, levanta una piedra y allí me hallarás.

El tres de abril no es un día de tribulación, es un día de meditación. Sólo basta creer, creer en el fuego interior que nos protege, en el fuego interior que trasmuta, para que puedan trascender, para que Yo vuelva a sus corazones. Deben encender la vela para ese día, el símbolo del Fuego Interior, porque a partir de allí es una fecha de cambio. Mucho Amor, es lo que les digo. Si Yo los he amado, ustedes son capaces de hacerlo, ustedes pueden amarse entre ustedes también. Tienen que ver más allá de las cosas superficiales, más allá de la vanidad del mundo. El mundo está corrompido, no es ni sombra de lo que imaginé que podría ser. Pero el mundo puede cambiar, eso estoy seguro. En todo cambio hay riesgos, en todo cambio hay destrucción, en el proceso hay que ser pacientes, tienen que estar tranquilos, seguros, si les toca, les toca, eso está dado. Yo siempre he estado allí. Hasta debajo de una piedra, donde nadie mira, Yo siempre he estado allí, y allí estaré-.

El Maestro le pone la mano en el hombro a Betzhabeth, quien se encuentra sentada a su lado derecho.

-Esta es mi pupila, mi mejor pupila. Por eso la convoqué a ella. Ahora tiene a cargo a Andreah, y está haciendo un buen trabajo, por eso la convoqué a ella-.

Todos en la sala hacen una reverencia a Betzhabeth. Aparece en la mesa, frente al Maestro, una copa dorada.

-Ya váyanse con esta información. He hablado mucho-.

Todos los presentes se ponen de pie.

-Ese día que te fuiste, tu bautismo quedó inconcluso. Eso tiene segunda parte. El día Sábado tres de abril debes estar lista-.

–Depende de ti, tener o no una vida como la que El Maestro quiere para ti-. Dice amorosa Betzhabeth, dándole un beso en la frente. –Ahora no quieres irte ¿eh?-. Betzhabeth conduce a la joven fuera de la pirámide. –No seas bobita, yo siempre estoy contigo-.

Marzo 24 del 2010.



LA CANALIZACIÓN DEL CUARTO MENSAJE. Segunda parte.

-Honshazeshonen, Honshazeshonen, Honshazeshonen. A través del tiempo y la distancia, este amoroso Maestro te acompaña. Frente a ti, su luz dorada te sobrepasa. ¿Lo ves?. Muy bien, ahora, Daikomyo te va a compañar, es su espiral multidimensional, para que permanentemente estés protegida, especialmente ahora, en la terapia, junto a los Ángeles, los Arcángeles, tus Guías y Maestros Espirituales. Daikomyo, Daikomyo, Daikomyo. Atraviésalo ahora. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. ¿Estás en la pirámide?. ¿Qué ves?-.

-Hay como una persona allí afuera. Es un hombre, está ahí tirado. Es moreno, es robusto, no tiene suéter, tiene un pantalón que le llega a la rodilla. Ahí está tirado, Betzhabeth está limpiándolo, limpiándole el aura. Ella pone sus manos en la barriga, las manos de él en su barriga, y le dice que va a estar bien. Ella lo pone como en una camilla de tela, al lado derecho de la pirámide, y me agarra, estamos entrando. Me acuesta en el altar, y pone sus manos en mi vientre. Se le ponen las manos blancas, muy luminosas. Está como cantando algo. Ya estoy sentada en el altar, y Betzhabeth me pone las manos en la espalda, una arriba en la mitad del omoplato, y la otra en la mitad, más abajo. Me bajo del altar, estoy mejor del dolor en el vientre y del cansancio, de esos dolores que me dan mensuales. Estamos caminando, entramos a la otra cámara. Ella hace una reverencia y allí está el Maestro, que se pone de pie y camina hacia nosotras, ella le hace otra reverencia, y yo también. El está buscando como algo. No veo, bien, es como una cruz, o una espada. Una espada. El Maestro toma una espada entre sus manos-.

-No te has preparado. Van dos veces que no me prestas atención-.

Adrany aprieta sus labios un contra otro, mientras su nariz y ojos se enrojecen y lanza cortitos e innumerables suspiros.

-Respira profundo y recuerda que estás asistida por los símbolos en una amorosa protección-. Escucha Andreah.

-No olvides que tienes que prepararte antes de venir-. Continúa el Maestro, en tono severo.

-Me duele la cabeza, no quiero estar aquí-.

-Son varias cosas que debes preparar. Ya la primera la sabes, la ropa, vestirte con ropa blanca, holgada, la segunda es el ayuno, la tercera es la oración, la meditación. Desde hoy es la meditación, la oración. ¿Ya no me quieres escuchar?-.

Adrany se toca los oídos, quejándose de dolor.

-¿Y esa espada?. Le dice Andreah al Maestro, muy temerosa.

-Es la espada de la justicia, es un símbolo, significa la justicia-.

El Maestro alza la espada arriba, muy arriba. Andreah se arrodilla y cierra los ojos, temblando, esperando lo peor.

-Levántate, yo no te voy a castigar. Tú misma eres quien te castiga. Debes esforzarte más, no están haciendo bien las cosas-.

-¿Qué deben hacer?. Con voz dulce, la amorosa Guía, Betzhabeth, intercede.

-El ayuno es importante. En estos días, nada de carnes, pura fruta, pueden comer cualquier fruta, pero sobre todo la uva, es sagrada, pueden comerla. Deben tomar agua en la mañana y una infusión de plantas medicinales, la que escojan, nada más, para la mañana. Después del mediodía frutas, verduras y pan integral, y al final del día una infusión de plantas. Todo el día en Meditación y haciendo Reiki.

-Tienes miedo de empezar. Después que empieces será más fácil, te lo prometo, pero tienes que empezar en el proceso. Juntas van a divulgar esta información. No sólo aquí en Colombia, sino en todas partes del mundo. Pero debes estar lista. Y debes empezar con esas pequeñas cosas, como la ropa, aunque tú no lo creas-.

Adrany aprieta los ojos, gira la cabeza, extiende las piernas. Y En el oído un susurro: tranquila, recuerda que estás protegida.

-¿Por qué te esfuerzas en mostrar que no ha pasado nada?. ¿Tienes miedo que no te crean?, estoy contigo, no necesitas llamarme, pero tienes que tenerme más presente, no sólo cuando te da dolor o cuando te pasa algo. Siempre, debes tenerme siempre presente. Tienes que poner de tu parte, yo te estoy ayudando, Betzhabeth te está ayudando. No escuches esas cosas que te hacen dudar, confía en Mí que Yo confío en ti.

-Yo confío en ti-. La joven repite y repite esas frases, entre lágrimas.

-¿Cómo es posible que hayas dejado de creer en Mí, si Yo estuve contigo?-.

-¡Perdóname, Maestro, perdóname!-.

-Tú eres quien no te perdonas a ti mismo. Cuando tú te perdones, creerás de nuevo, sabrás que no te abandoné nunca. A nadie, a ninguno de ustedes. Es absurdo lo que han pensado-.

El Maestro abraza a Andreah, y su Luz de Amor la rodea. La joven se enciende y comienza a desplazar hacia afuera una nube gris de dolor, ira y resentimiento, que súbitamente toma forma.

-Ya soy como otra persona. Ahora soy Felipe-. Adrany se estremece.

-Respira profundo, relájate, deja ir todo eso que no te pertenece, todo eso que no necesitas. Sei he ki, Sei he ki, sei he ki. Siente como una energía de amor y perdón te inundan, el dolor se va, respira profundo, despacio, siente en su abrazo como la energía de Amor del Maestro inunda tu corazón. Respira y deja ir todo ese dolor, no lo necesitas. Siendo Felipe, dite a ti mismo: Me perdono y me amo, como el Maestro me Ama. Repítelo varias veces-.

-Me hace como una cruz en la frente, con el dedo-. Adrany hace una pausa y frunce el ceño.

- No, no sé quien soy-. Adrany comienza a sollozar.

-Mírate por dentro y dime quién eres-.

-No veo, no veo, soy Andrea pero no veo. No sé quién soy, yo no sé quién soy, se me desprendió una cosa.

-Déjalo ir, eso era lo que tú no eras, dile, gracias no te necesito, déjalo ir.

-No entiendo, no entiendo, no entiendo-.

-Está bien, dile gracias, ya no te necesito. No lo entiendo, pero gracias, ya no te necesito-. Recuerda que estás en amorosa asistencia-.

-Se desprendió y ahora está en la mesa. Se sentó en la mesa-.

-Cómo es?-.

-Es Felipe-.

-¿Y tú, cómo eres, dónde estás?.

-Soy Normal. Soy Andreah. Sigo aquí, de pie-.

-Está bien, dile gracias-.

-Siento una cosa aquí, como un hueco, en mi corazón. Yo no entiendo-. Adrany llora bajito, gimiendo-.

-Tranquila, poco a poco lo vas a entender, recuerda que estás protegida por tus Guías y Maestros espirituales-. Le dice Betzhabeth, cuya asistencia es interrumpida.

-Ya no lo necesitas, ya me has perdonado. Poco a poco lo entenderás, no te preocupes, no es fácil, mucho tiempo así, resentida. Eras un discípulo querido, pero te dejaste envenenar, no creíste lo que te había enseñado. Ahora vas a estar bien. Me alegro, ahora sí vamos a realizar el trabajo-.

Betzhabeth continúa del lado izquierdo de la joven, tomando ahora su mano, y el Maestro del lado derecho. Andreah observa cómo el lugar se enciende y aparecen los discípulos del Maestro, sentados en la mesa.

-Hay trece discípulos. Hay una mujer, Magdalena. Tiene el pelo largo, negro, tiene la cara blanca. Ella es la que está en la primera silla, al lado derecho de la silla del Maestro. Luego viene Pedro, Juan, Felipe, Judas, después viene… ya no sé ¿Quién viene?. No entiendo el nombre. Mateo, Mateo es el último, sentado aquí, cerca a mí. Es joven, alto, blanco, tiene una cara muy joven, puede tener veintidós años, tiene el cabello liso, castaño. Pedro si está viejo, como cuarenta y seis, tiene mucha, mucha barba. Hay una estrella en la mesa como tallada, ahora se vuelve dorada, una estrella de seis puntas y en la mitad se ven como las líneas marcadas de los triángulos. Ahí está el ojo, en la mitad de la estrella.

-Es hermosa-. Dice el Maestro. –Es hermosa, es la Estrella de David y el ojo que todo lo ve, el ojo de Dios. Es Todo, Dios es Todo, Todos Somos. Es la estrella que Guía la Misión, que unida al ojo, da la sabiduría.

-No sé si me equivoco, pero hay dos niños, en la punta de la mesa, aquí a mi derecha. ¿Cómo se llaman?. Parecen unos pastores, pero están muy chiquitos, no alcanzan a la mesa. El Maestro sigue de pie, a mi lado. Me mira a los ojos, me pide que lo mire a los ojos. Me dice que crea en El, en todo lo que ha pasado. Ellos me están mirando, y me miran, del lado derecho, frente a los discípulos hay muchos Maestros y Guías, sentados en la mesa. Hay también mucha gente de pie, yo nada más les veo las caras, por qué me miran así, tengo miedo-.

-Sólo te aprecian, quieren observarte, saber de qué se trata esto-. Le dice Betzhabeth, sosteniendo su mano-.

-Al fondo, detrás de la mesa, hay como unos Ángeles, grandes, muy grandes, como de lucha. Tienen unas alas coposas, brillantes. Hay uno que tiene un arco con una espada, está del lado derecho. Hay dos del lado derecho y dos del lado izquierdo. El del lado derecho con la espada es Miguel. Es blanco, es hermoso. No se le ve bien la cara, está muy brillante. Su cabello es liso, como ondulado al final, no es largo, más o menos corto, castaño. El otro del lado derecho es brillante, le brillan los ojos. Es grande también, tiene como una balancita, como algo en la mano y tiene el pelo negro. Se llama Rafael. El se ve más serio. La balancita es como un platón que tiene cuatro cadenitas. A la izquierda está Uriel. No lo veo bien, está como más lejos, pero tiene un arco. Y a su lado, también a la izquierda, está Gabriel. Gabriel, es muy tranquilo. A todos se les ve el torso como café. Alrededor todos están blancos, con un poquito de azul. Y son brillantes, enceguecen. En la mesa, del lado derecho, hay muchos, muchos sentados y muchos de pie, pobrecitos, no tienen asiento. El primero es Germain, moreno, ese ya lo había visto. Sentada, como a la mitad, hay una mujer que me sonríe, Cristinne, escucho. Tiene una larga trenza negra que se ve delante de su hombro izquierdo, me sonríe, es muy bonita. Y aquí seguimos de pie Betzhabeth, el Maestro y yo. Yo tengo el vestido del bautizo, un vestido de color perla hasta la rodilla, con muchas piedritas negras y rojas en el cuello, de varias vueltas. Betzhabeth tiene un top pequeño, blanco perla, con flequitos que le caen en el vientre. Tiene su cosita dorada en la cabeza, como un cintillo, con el cabello largo, abundante y negro. La falda es lisa hasta media pierna, y luego termina en flequitos hasta la rodilla. Es un blanco muy brillante, y ella es como dorada, parece como una diosa.

El Maestro tiene una tela blanca que la cae hasta el suelo. Y El se ve blanco, brillante, muy brillante-.

-Ya has visto y oído suficiente. Puedes irte. Debes volver cuando estés lista y hayas hecho lo que te he dicho-.

Marzo 30 del 2010.

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